miércoles, 18 de julio de 2012

La Misericordia y la Gracia del Señor Jesús me Alcanzo.


Salmo 102 13-17; Romanos 3:21-26; 5:9-10; 8:1-2; Efesios 3:20-21; 1 Juan 4:12-16

Te levantarás y tendrás misericordia de Sión, porque es tiempo de tener misericordia de ella, porque el plazo ha llegado, porque tus siervos aman sus piedras  y del polvo de ella tienen compasión.   Entonces las naciones temerán el nombre Jehová e de Jehová  y todos los reyes de la tierra tu gloria, por cuanto habrá edificado a Sión y en su gloria será vista.  Habrá considerado la oración de los desvalidos  y no habrá desechado el ruego de ellos.

Pero ahora, sin la mediación de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, de la que dan testimonio la ley y los profetas. Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen. De hecho, no hay distinción, pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó. Dios lo ofreció como un sacrificio de expiación que se recibe por la fe en su sangre, para así demostrar su justicia. Anteriormente, en su paciencia, Dios había pasado por alto los pecados; pero en el tiempo presente ha ofrecido a Jesucristo para manifestar su justicia. De este modo Dios es justo y, a la vez, el que justifica a los que tienen fe en Jesús. 

Y ahora que hemos sido justificados por su sangre, ¡con cuánta más razón, por medio de él, seremos salvados del castigo de Dios!  Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su vida!

Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús,  pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.

 Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros,   ¡a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén.

Nadie ha visto jamás a Dios, pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece entre nosotros, y entre nosotros su amor se ha manifestado plenamente. ¿Cómo sabemos que permanecemos en él, y que él permanece en nosotros? Porque nos ha dado de su Espíritu.  Y nosotros hemos visto y declaramos que el Padre envió a su Hijo para ser el Salvador del mundo. Si alguien reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.

DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Estoy viviendo bajo el favor de Dios.  Él no está buscándome para castigarme por cada cosa que hago mal.  Este es el día de Su misericordia y Su gracia.  El Padre Celestial me ha justificado por medio del Señor Jesús por lo que ahora ninguna condenación hay para mí porque estoy en Cristo Jesús.  Hoy puedo disfrutar de todo el amor de Dios.  Me deleito con Su bondad y misericordia. Los que no creen en el Señor Jesus verán lo que Dios está haciendo en mi vida y le temerán.  El Señor Jesús oye mis oraciones y juntos caminamos en una íntima  relación de padre e hijo aquí en esta tierra.

Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

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