domingo, 30 de septiembre de 2012

El Señor Jesús me ha liberado.


Hechos 12:5-7; Salmo 106:29-31; 121:4-5; Filipenses 4:19; Mateo 6:19-33; Éxodo 23:20-23; Malaquia 4:2-3

Pero mientras mantenían a Pedro en la cárcel, la iglesia oraba constante y fervientemente a Dios por él.  La misma noche en que Herodes estaba a punto de sacar a Pedro para someterlo a juicio, éste dormía entre dos soldados, sujeto con dos cadenas. Unos guardias vigilaban la entrada de la cárcel.  De repente apareció un ángel del Señor y una luz resplandeció en la celda. Despertó a Pedro con unas palmadas en el costado y le dijo: "¡Date prisa, levántate!" Las cadenas cayeron de las manos de Pedro.

Provocaron al Señor con sus malvadas acciones, y les sobrevino una plaga.  Pero Finés se levantó e hizo justicia, y la plaga se detuvo.  Esto se le acreditó como un acto de justicia para siempre, por todas las generaciones.

Jamás duerme ni se adormece el que cuida de Israel. El Señor es quien te cuida, el Señor es tu sombra protectora.

Así que mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús.

No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido  destruyen, y donde los ladrones se meten a robar.  Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar.  Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. El ojo es la lámpara del cuerpo. Por tanto, si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz. Pero si tu visión está nublada, todo tu ser estará en oscuridad. Si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué densa será esa oscuridad!  Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas. Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa? Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?  ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?  ¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan;  sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe?  Así que no se preocupen diciendo: ¿Qué comeremos? o ¿Qué beberemos? O ¿Con qué nos vestiremos?  Porque los paganos andan tras todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.

Date cuenta, Israel, que yo envío mi ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te lleve al lugar que te he preparado. Préstale atención y obedécelo. No te rebeles contra él, porque va en representación mía y no perdonará tu rebelión.  Si lo obedeces y cumples con todas mis instrucciones, seré enemigo de tus enemigos y me opondré a quienes se te opongan.  Mi ángel te guiará y te introducirá en la tierra de estos pueblos que voy a exterminar: tierra de amorreos, hititas, ferezeos, cananeos, heveos y jebuseos.

Pero para ustedes que temen mi nombre, se levantará el sol de justicia trayendo en sus rayos  salud. Y ustedes saldrán saltando como becerros recién alimentados. El día que yo actúe ustedes pisotearán a los malvados, y bajo sus pies quedarán hechos polvo dice el Señor Todopoderoso.


DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

El Padre Celestial;  permanece alerta y Él sabe de cada una de mis circunstancias y es fiel para cumplir todas mis necesidades, cuando me mantengo haciendo Su voluntad escrita en la Palabra de Dios.
Él le pide a otros que oren por mí cuando a las circunstancias se salen de mi control y yo no puedo clamar a Él.  
No importa cual fuere la situación, o si la circunstancia parece sin esperanza a los hombres, el Señor Jesús mi Dios vendrá a mi. ¡Él envía Su respuesta a la oración ferviente y perseverante del ejercito que Él ha levantado, para romper las cadenas, abrir las puerta y ponerme en libertad!  Salgo dándole alabanzas y saltos de alegría porque me ha liberado.


Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

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