miércoles, 2 de febrero de 2011

Soy uno con Jesús

Juan 10:25-30
Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis. Las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco, y me siguen; yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las dio, mayor que todos es, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. El Padre y yo uno somos.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Las obras que yo hago son evidencia de que estoy en Jesús. Todo el poder que actúa a través de mí proviene del Nombre de Jesús. Estoy en Cristo, como Jesús es uno con el Padre, yo soy uno con Jesús, y por lo tanto soy uno con el Padre. Mi dependencia total y completa para el sustento de mi nueva vida solo viene de Jesús. Soy parte de su rebaño - un valioso miembro de su familia. Mis oídos se han abierto y continuamente escucho Su voz. Él me conoce personalmente y le sigo sin descanso. Él me ha dado la vida eterna, y yo nunca la perderé. Estoy seguro bajo Su cuidado desde ahora y por toda la eternidad. Nadie tiene la capacidad de arrebatarme de Su Mano. Mi padre, que es mayor que todos, ha puesto su sello sobre mí y me ha depositado bajo el cuidado de Jesús. Nadie me puede arrebatar de la mano del Padre. Estoy en Jesús, al igual que Jesús está en el Padre. Todos somos uno – es la unión más perfecta y completa que sea posible.


Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él, porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo, Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4). Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.