jueves, 8 de septiembre de 2011

¡El Señor Jesús abunda en gracia!


 Romanos 5: 15-16; Efesios 2:4-10; Gálatas 4:4-6; Tito 3:4-7; Apocalipsis 1:4-6


Pero la transgresión de Adán no puede compararse con la gracia de Dios. Pues si por la transgresión de un solo hombre murieron todos, ¡cuánto más el don que vino por la gracia de un solo hombre, Jesucristo, abundó para todos!
Tampoco se puede comparar la dádiva de Dios con las consecuencias del pecado de Adán. El juicio que lleva a la condenación fue resultado de un solo pecado, pero la dádiva que lleva a la justificación tiene que ver con una multitud de transgresiones.  Pues si por la transgresión de un solo hombre reinó la muerte, con mayor razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia reinarán en vida por medio de un solo hombre, Jesucristo.

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros,  nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!  Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales,  para mostrar en los tiempos venideros la incomparable riqueza de su gracia, que por su bondad derramó sobre nosotros en Cristo Jesús.   Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios,  no por obras, para que nadie se jacte. Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.

Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley,  para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos. Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: "¡Abba! ¡Padre!"

Pero cuando se manifestaron la bondad y el amor de Dios nuestro Salvador
Él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia sino por su misericordia. Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo, el cual fue derramado abundantemente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Así lo hizo para que, justificados por su gracia, llegáramos a ser herederos que abrigan la esperanza de recibir la vida eterna.

 Yo, Juan, escribo a las siete iglesias que están en la provincia de Asia: Gracia y paz a ustedes de parte de aquel que es y que era y que ha de venir; y de parte de los siete espíritus que están delante de su trono;  y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de la resurrección, el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y por cuya sangre nos ha librado de nuestros pecados,   al que ha hecho de nosotros un reino, sacerdotes al servicio de Dios su Padre, ¡a él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS


Dios me ha dado Su don inmerecido de la gracia, la justificación y la justicia.  Su regalo lo recibo por fe en mi Señor Jesús, esto me permite tener comunión continua con mi Padre, es una relación de Padre e hijo.  El don de Dios para mí, no es como el resultado del pecado de Adán, porque por el pecado de Adán vino el juicio y la condenación y no tuve elección.  Mas como resultado del sacrificio de mi Señor Jesús, la libertad y la justificación me han sido dadas como un regalo gratuito.  Aunque el pecado de Adán me condenó, el don gratuito de Dios me ha justificado y puedo reinar en esta vida como un rey y sacerdote de mi Señor Jesus.


God has joyfully given me the free gift of grace, justification and righteousness. His gift to me has no strings attached, but He gives it to me freely so that I may have continuous fellowship with Him in a legitimate Father and son relationship. The gift to God to me is not like the result of Adam’s sin, for by Adam’s justification, on the other hand, are offered to me as a free gift. The provision of grace (unmerited, undeserved favor) and free gift of righteousness Adam’s sin condemned me, God‘s free gift of righteousness, has made it so that I can reign in this life as a king.



Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan
3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv