lunes, 3 de septiembre de 2012

Viviendo una nueva Vida en el Señor Jesús.


Mateo 10:37-39; Lucas 14:26; Marcos 8:34; Juan 12:25; Efesios 5:1-18; Gálatas 2:20; Romanos 6:3-11; 2 Pedro 1:4

Cualquiera que ame a su padre o madre más de lo que me ama a mí, no es digno de mí; cualquiera que ame a su hijo o hija más de lo que me ama a mí, no es digno de mí.  Y cualquiera que no tome su cruz de ejecución y me siga, no es digno de mí.  Cualquiera que encuentre su propia vida, la perderá; pero la persona que pierda su vida por mi causa, la encontrará.

Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, madre, mujer, hijos, hermanos y hermanas; sí, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.   
Entonces Jesús llamó a la multitud y a sus discípulo hacia El, y les  dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, coja su cruz de ejecución y permanezca siguiéndome.

Yo les he dicho estas cosas mientras todavía estoy con ustedes.

Por tanto, imiten a Dios, como hijos muy amados, y lleven una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios. Entre ustedes ni siquiera debe mencionarse la inmoralidad sexual, ni ninguna clase de impureza o de avaricia, porque eso no es propio del pueblo santo de Dios. Tampoco debe haber palabras indecentes, conversaciones necias ni chistes groseros, todo lo cual está fuera de lugar; haya más bien acción de gracias. Porque pueden estar seguros de que nadie que sea avaro (es decir, idólatra), inmoral o impuro tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios.  Que nadie los engañe con argumentaciones vanas, porque por esto viene el castigo de Dios sobre los que viven en la desobediencia.  Así que no se hagan cómplices de ellos.  Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz  (el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad) y comprueben lo que agrada al Señor.  No tengan nada que ver con las obras infructuosas de la oscuridad, sino más bien denúncienlas,   porque da vergüenza aun mencionar lo que los desobedientes hacen en secreto.  Pero todo lo que la luz pone al descubierto se hace visible,  porque la luz es lo que hace que todo sea visible. Por eso se dice: Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo. Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos. Por tanto, no sean insensatos, sino entiendan cuál es la voluntad del Señor.  No se emborrachen con vino, que lleva al desenfreno. Al contrario, sean llenos del Espíritu.

He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí.

 ¿Acaso no saben ustedes que todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús, en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte?  Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, a fin de que, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva.  En efecto, si hemos estado unidos con él en su muerte, sin duda también estaremos unidos con él en su resurrección.  Sabemos que lo que antes éramos fue crucificado con él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado; porque el que muere queda liberado del pecado. Ahora bien, si hemos muerto con Cristo, confiamos que también viviremos con él.   Pues sabemos que Cristo, por haber sido levantado de entre los muertos, ya no puede volver a morir; la muerte ya no tiene dominio sobre él.  En cuanto a su muerte, murió al pecado una vez y para siempre; en cuanto a su vida, vive para Dios.  De la misma manera, también ustedes considérense muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.

Así Dios nos ha entregado sus preciosas y magníficas promesas para que ustedes, luego de escapar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tener parte en la naturaleza divina.

DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

El Señor Jesús es el primer amor de mi vida.  Mi relación con Él es la relación más importante que tengo.  He tomado mi lugar con el Señor Jesús, y firmemente me ajusto totalmente a Su forma de vida.   Mi viejo ser (la naturaleza pecaminosa) murieron con Jesús en la cruz y me he vestido del nuevo hombre (la naturaleza divina).  He sido renovado en mi espíritu por Cristo Jesús y ahora estoy viviendo la nueva Vida que Dios me ha dado.

Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

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