miércoles, 2 de marzo de 2011

Soy Dichoso Porque Jesús Es Mi Señor Y Mi Dios.


Salmo 144:12-15  NVI  
Que nuestros hijos,  en su juventud, crezcan como plantas frondosas; que sean nuestras hijas como columnas esculpidas para adornar un palacio. Que nuestros graneros se llenen con provisiones de toda especie.   Que nuestros rebaños aumenten por millares, por decenas de millares en nuestros campos. Que nuestros bueyes arrastren cargas pesadas; que no haya brechas ni salidas, ni gritos de angustia en nuestras calles. ¡Dichoso el pueblo que recibe todo esto!  ¡Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor!


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Mis hijos son como plantas al cuidado de Jesús, el Gran Maestro de los agricultores.  Jesucristo les da crecimiento espiritual que va mucho más allá de sus años.  Mis hijas son como columnas esculpidas que adornan el palacio de Dios.  Son como monumentos que irradian el resplandor de la gloria de Dios. Mis alacenas están llenas hasta rebosar de todo tipo de provisión. Todo lo que produzco aumenta continuamente por miles y decenas de miles. Mis camiones traen carga pesada llena de la abundancia de mi cosecha. Estoy cubierto bajo el manto de Dios y no hay pérdidas de mis cosechas. Nunca estaré en cautividad o gritaré por el peligro en las calles. Mi Padre Celestial es el Señor de los Ejércitos. Bajo su guía constante y en torno a su protección continua, me mantendré sano, feliz y próspero todos los días de mi vida.  Soy dichoso en Jesús.

Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.