Romanos 5:1-2; Gálatas 2:20-21; Efesios 2:4-10, 14, 18; 3:12; Hebreos 3:6; 4:15-16
Así que Dios nos aprobó gracias a nuestra fe, y ahora,
por medio de nuestro Señor Jesucristo, hay paz entre Dios y nosotros. A través de la fe, Cristo nos ha traído al
generoso amor de Dios que ahora disfrutamos y estamos felices con la esperanza
de compartir la gloria de Dios.
Ahora ya no vivo yo, sino que Cristo vive en
mí. Y mientras vivo en este cuerpo, vivo por fe en el Hijo de Dios, quien me
amó y entregó su vida para salvarme. Así
que yo no voy a rechazar el generoso amor de Dios. Pues si por la ley fuera
posible que estuviéramos bien con Dios, entonces la muerte de Cristo no
serviría de nada.
Pero la compasión de Dios es muy grande, y él
nos amó con un inmenso amor. Estábamos
muertos espiritualmente a causa de nuestras ofensas contra Dios, pero él nos
dio vida al unirnos con Jesucristo. Fíjense, ustedes fueron salvos sólo gracias
a la generosidad de Dios. Él nos
levantó de la muerte junto con Cristo y nos sentó junto a él en el cielo. Dios hizo esto para mostrar en el futuro su
inmensa generosidad siendo bondadoso con nosotros a través de Jesucristo. Ustedes fueron salvos gracias a la
generosidad de Dios porque tuvieron fe. No se salvaron a sí mismos, su
salvación fue un regalo de Dios. La
salvación no es algo que ustedes hayan conseguido pues nadie puede decir que se
salvó a sí mismo. Nosotros somos obra de
Dios, fuimos creados por Cristo para hacer el bien tal como Dios ya lo tenía
planeado.
Cristo nos trajo la paz y es quien nos ha
unido a todos en un solo pueblo. Antes, los judíos y los que no son judíos se
odiaban y estaban divididos como si un muro los separara, pero Cristo murió
para derrumbar ese muro de odio.
Gracias a Cristo todos podemos acercarnos al
Padre por medio del mismo Espíritu.
Por nuestra fe en Cristo tenemos la confianza
de poder presentarnos ante Dios.
Pero Cristo dirige la familia de Dios como un
hijo fiel. Somos la familia de Dios siempre y cuando nos mantengamos seguros y
confiados de hablar abiertamente de la esperanza que tenemos.
Él fue tentado tal como somos tentados
nosotros, con la única diferencia de que él nunca cometió pecado. Entonces, acerquémonos con confianza al trono
de Dios que es generoso. Allí recibiremos su compasión y su bondad para
ayudarnos cuando lo necesitemos.
DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A
LA PALABRA DE DIOS.
Desde
que fui justificado (aprobado), absuelto, declarado justo, ahora creo con todo
mi corazón que tengo paz con Dios a través del Señor Jesucristo. Ahora puedo aferrarme al hecho de que por
medio del Señor Jesucristo, mi Señor, Él se ha convertido en mi paz, mi vida, y
mi seguridad eterna. A través de El tengo
acceso incondicional al favor incesante de Dios. Ahora Dios tiene Sus brazos abiertos cada vez que entro a la sala
del trono de Dios. Por lo tanto, me regocijo en gran manera del hecho de que
ahora puedo ver y experimentar el amor y la gloria de Dios en mi vida.
Si no has
recibido a Jesús tú Señor simplemente
has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre
Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que
Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,
serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el
Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16;
Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en
otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu
Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste
de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo
Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra
te bendice favor de hacérmelo saber.
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