sábado, 16 de julio de 2011

Soy Hijo de Dios por el sacrificio del Señor Jesús.



Hechos 17:16-29; Génesis 1:26-28; Deuteronomio 32:8; Salmo 90:17; Romanos 8:14-17

De un solo hombre hizo todas las naciones  para que habitaran toda la tierra; y determinó los períodos de su historia y las fronteras de sus territorios. Esto lo hizo Dios para que todos lo busquen y, aunque sea a tientas, lo encuentren. En verdad, él no está lejos de ninguno de nosotros,  “puesto que en él vivimos, nos movemos y existimos.” Como algunos de sus propios poetas griegos han dicho: 'De él somos descendientes.'  "Por tanto, siendo descendientes de Dios, no debemos pensar que la divinidad sea como el oro, la plata o la piedra: escultura hecha como resultado del ingenio y de la destreza del ser humano.

·        Y dijo: "Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza. Que tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes,  y sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo." Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó,  y los bendijo con estas palabras: "Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo."

·        Cuando el Altísimo dio su herencia a las naciones, cuando dividió a toda la humanidad, les puso límites a los pueblos según el número de los hijos de Israel.

·        Que el favor del Señor nuestro Dios esté sobre nosotros. Confirma en nosotros la obra de nuestras manos; sí, confirma la obra de nuestras manos.

·        Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.  Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!"  El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.  Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS


Soy de una sola sangre con cada persona y raza sobre la faz de la tierra.  Por lo tanto, no hay absolutamente ningún lugar para el prejuicio o el racismo de cualquier tipo en mi corazón.  Dios ha establecido un lugar seguro para que viva, donde puedo buscarlo y vivir para El.  En El vivo, me muevo y existo.  Soy un espíritu recreado, nacido de nuevo, hijo del Dios Vivo y partícipe de Su naturaleza divina.  Soy hijo y también heredero del reino de Dios.  No soy tan tonto como para pensar que se puede inventar a Dios de acuerdo a lo que yo creo que debería ser.  Él Es quien Es, y se ha revelado a mí vida a través de Su Palabra.


Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.