Filipenses 2:2-11; Juan 14:13-14; 17:20-26; Romanos 12:10-16; Gálatas 5:26; 1 Corintios 1:30; Mateo 20-28
Completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes,
sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por rivalidad o por vanidad; antes
bien, con humildad, estimando cada uno a
los demás como superiores a él mismo. No
busquéis vuestro propio provecho, sino
el de los demás. Haya, pues,
en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús: Él, siendo en forma de Dios, no estimó el ser
igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma
de siervo y se hizo semejante a los hombres. Mas aún,
hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por eso Dios también lo exaltó sobre todas las
cosas y le dio un nombre que es sobre todo
nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están
en los cielos, en la tierra y debajo de
la tierra; y toda lengua confiese que
Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, lo haré,
para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pedís en mi
nombre, yo lo haré.
Pero no ruego solamente por estos,
sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú,
Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me
enviaste, y que los has amado a ellos
como también a mí me has amado. Padre,
aquellos que me has dado, quiero
que donde yo esté, también ellos estén
conmigo, para que vean mi gloria que me has dado, pues me has amado desde antes de la fundación
del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y estos han conocido
que tú me enviaste. Les he dado a
conocer tu nombre y lo daré a conocer aún,
para que el amor con que me has amado esté en ellos y yo en ellos.
Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. En lo que
requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos
en la esperanza, sufridos en la
tribulación, constantes en la oración. Compartid las necesidades de los santos y
practicad la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen; bendecid y no maldigáis. Gozaos con los que se
gozan; llorad con los que lloran. Unánimes
entre vosotros; no seáis altivos, sino asociaos con los humildes. No seáis
sabios en vuestra propia opinión.
No busquemos la vanagloria,
irritándonos unos a otros,
envidiándonos unos a otros.
Pero por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios
sabiduría, justificación, santificación y redención
Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las
naciones se enseñorean de ellas, y los
que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero entre vosotros no será
así, sino que el que quiera hacerse
grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros
será vuestro siervo; como el Hijo del hombre,
que no vino para ser servido,
sino para servir y para dar su
vida en rescate por todos.
DECLARACION
DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.
Tengo la mente de Cristo y tengo el amor y unidad de
propósito con Dios. No hago nada por ambición personal o soberbia, sino con espíritu
de humildad y pongo a otros antes que yo. No busco mis propios intereses, sino los
intereses de los demás. Mi actitud (forma de pensar) es la misma que la de
Jesús, quien teniendo la misma
naturaleza de Dios, no se aferró a sus prerrogativas como igual a Dios, sino
que se despojó a sí mismo tomando la naturaleza de siervo, haciéndose semejante
a los humanos. Y estando en la condición de hombre, Él se humilló, haciéndose
obediente hasta la muerte, la muerte en la cruz. Por lo tanto, Dios también le
exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre
que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble tanto
en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua debe confesar que Jesús es el
Señor para la gloria de Dios Padre.
Esta forma de pensar se ha convertido en la mía. Ahora tengo la mente de Cristo. Esta es la manera que pienso y los motivos por los que actúo. En Jesús, me he convertido en un participante de la naturaleza divina. No hago alarde de mis derechos y privilegios en Jesus con arrogancia ni egoísmo, sino que los utilizo para el servicio con el propósito de llevar gloria a Dios. Me considero un siervo de Dios con el fin de reconciliar al mundo con Dios. Soy obediente a Dios hasta el extremo máximo, porque Él me ha exaltado en Cristo Jesus, en el lugar de mayor honor y me ha dado el poder de usar el nombre de Jesús. Cada vez que hago una petición en Su nombre, lo que yo pida al Padre Celestial debe someterse a Su autoridad.
Esta forma de pensar se ha convertido en la mía. Ahora tengo la mente de Cristo. Esta es la manera que pienso y los motivos por los que actúo. En Jesús, me he convertido en un participante de la naturaleza divina. No hago alarde de mis derechos y privilegios en Jesus con arrogancia ni egoísmo, sino que los utilizo para el servicio con el propósito de llevar gloria a Dios. Me considero un siervo de Dios con el fin de reconciliar al mundo con Dios. Soy obediente a Dios hasta el extremo máximo, porque Él me ha exaltado en Cristo Jesus, en el lugar de mayor honor y me ha dado el poder de usar el nombre de Jesús. Cada vez que hago una petición en Su nombre, lo que yo pida al Padre Celestial debe someterse a Su autoridad.
Si no has recibido a Jesús tú Señor simplemente has la siguiente
oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti
en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre
del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor,
y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo»
(Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo
venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del
Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra.
Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre
los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como
lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv