lunes, 11 de julio de 2011

Me deleito en la Palabra de mi Señor Jesús.



Salmo 1:1-3; Proverbios 4:14; Salmo 119:14-16, 23-24
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!

·        No sigas la senda de los perversos ni vayas por el camino de los malvados.

·        Me regocijo en el camino de tus estatutos más que en todas las riquezas.  En tus preceptos medito, y pongo mis ojos en tus sendas.   En tus decretos hallo mi deleite, y jamás olvidaré tu palabra.

·        Aun los poderosos se confabulan contra mí, pero este siervo tuyo medita en tus decretos.  Tus estatutos son mi deleite; son también mis consejeros.



DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

Avanzo en la vida con felicidad y paz.  Sigo el camino de la Palabra de Dios y soy bendecido en todo lo que hago.  No sigo el consejo ni el patrón de vida de las personas que rechazan la orientación de mi Padre Celestial. Me alejo y abstengo de las actividades pecaminosas de este mundo.  Me niego a tomar parte con los tontos y los burladores que se mofan de la moralidad e integridad.  Mi deleite, gratificación, y satisfacción se encuentran en la Palabra del Dios Viviente.  Medito en ella, hablándola  a mí mismo de día y de noche- sembrándola y arraigándola profundamente en mi espíritu.  Por eso, mi camino prospera y alcanzo gran éxito.  Soy como un árbol plantado junto a manantiales de agua.  Mi vida produce el mejor fruto que es Jesús en mí.  Todo en mi respira vida porque tengo la Vida dentro de mí y todo lo que emprendo  prospera.

Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.