viernes, 25 de noviembre de 2011

¡Dios Padre os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento del Señor Jesús!


Efesios 1:17-23; Daniel 2:22-23; 1 Corintios 1:30; 2:6-16; Mateo 13:11; 15-16;

Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo,  el Padre de gloria,  os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él; que él alumbre los ojos de vuestro entendimiento,  para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado,  cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos  y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos,  según la acción de su fuerza poderosa. Esta fuerza operó en Cristo, resucitándolo de los muertos y sentándolo a su derecha en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad,  poder y señorío,  y sobre todo nombre que se nombra,  no solo en este siglo,  sino también en el venidero.  Y sometió todas las cosas debajo de sus pies,  y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,  la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

 

Él revela lo profundo y lo escondido, conoce lo que está en tinieblas  y con él mora la luz.  A ti,  Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo,  porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos, pues nos has dado a conocer el asunto del rey.

Pero por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría,  justificación,  santificación y redención.

Sin embargo,  hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez en la fe;  no la sabiduría de este mundo ni de los poderosos de este mundo, que perecen.  Pero hablamos sabiduría de Dios en misterio,  la sabiduría oculta que Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la cual ninguno de los poderosos de este mundo conoció,  porque si la hubieran conocido,  nunca habrían crucificado al Señor de la gloria.  Antes bien,  como está escrito: Cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu,  porque el Espíritu todo lo escudriña,  aun lo profundo de Dios, porque  ¿quién de entre los hombres conoce las cosas del hombre,  sino el espíritu del hombre que está en él?  Del mismo modo,  nadie conoció las cosas de Dios,  sino el Espíritu de Dios.  Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo,  sino el Espíritu que proviene de Dios,  para que sepamos lo que Dios nos ha concedido.   De estas cosas hablamos,  no con palabras enseñadas por la sabiduría humana,  sino con las que enseña el Espíritu,  acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios,  porque para él son locura;  y no las puede entender,  porque se han de discernir espiritualmente. En cambio, el espiritual  juzga todas las cosas,  sin que él sea juzgado por nadie. ¿Quién conoció la mente del Señor?  ¿Quién lo instruirá?  Pues bien,  nosotros tenemos la mente de Cristo.

Él,  respondiendo,  les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos,  pero a ellos no les es dado,

Porque el corazón de este pueblo se ha entorpecido, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, ni oigan con los oídos, ni con el corazón entiendan,  ni se conviertan y yo los sane.  Pero bienaventurados vuestros ojos,  porque ven;  y vuestros oídos,  porque oyen.

DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.
 
Mi Padre Celestial me ha dado espíritu de sabiduría y de revelación del conocimiento de Jesucristo, es un conocimiento profundo e íntimo de mi Señor Jesus. Mi espíritu ha sido iluminado con entendimiento para que pueda conocer y comprender la esperanza de mi vocación y la inmensa riqueza de esta herencia gloriosa que se ha convertido en mía.  Ahora tengo una comprensión de la extraordinaria grandeza de Su poder para conmigo.  El poder que ahora reside y opera dentro de mí es el mismo poder que Dios uso para que Jesús resucitara de entre los muertos y sentándole a Su diestra, muy por encima de todo principado, potestad y todo dominio y sobre todo nombre o título que se puede dar.  Y este poder no sólo está trabajando a través de mí ahora, sino que seguirá trabajando a través de mí en el siglo venidero. Dios ha puesto todas las cosas bajo los pies de Jesús y lo designó para ser la cabeza del cuerpo, al que ahora pertenezco, soy parte del cuerpo de Jesús,  Su cuerpo se convierte en la plenitud de Jesús en esta tierra. Todas las cosas están bajo mis pies porque soy parte del cuerpo de Jesús, y ante Su Nombre todo poder y dominio debe doblegarse.  El Señor Jesús me ha dado el  poder de usar Su Nombre.


Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv