viernes, 10 de diciembre de 2010

Padre Nuestro

Mateo 6:9-13 (RV95)
Vosotros, pues, oraréis así:
“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu Nombre.   Venga tu Reino.   Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.   El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.   Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.   No nos metas en tentación, sino líbranos del mal, porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén”.

DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Cuando oro, entro en la presencia de mi Padre con alabanza y adoración, dándole el debido honor a Su Santo Nombre. Manifestar Su reino en esta tierra es mi prioridad. Examino la Palabra de Dios para que pueda conocer Su voluntad.  Averiguo cuál es su voluntad en el cielo y oro para que se manifieste lo mismo en la  tierra.  Oro todos los días para que su provisión inunde mi vida - la provisión de salud, paz y prosperidad. Me examino a mí mismo y confieso delante de Él todo lo que en mi vida no le dé honor a Su Nombre.   Propongo en mi corazón perdonar a todos aquellos que han pecado contra mí. No voy a permitir un sentimiento de rencor que obstaculice mis oraciones. Oro por la conciencia y la liberación de las trampas que el maligno ha fijado para mí, así que puedo caminar en Su victoria todos los días de mi vida. Amén.

Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.