martes, 9 de agosto de 2011

El Señor Jesús me ha bendecido.


Génesis 26: 12-14; Romanos 4:17; Filipenses 4:19; 2 Corintios 9:6-11; Marcos 4:13-20; Daniel 1:20
Y sembró Isaac en aquella tierra, y halló aquel año ciento por uno; y le bendijo el SEÑOR.  Y el varón se engrandeció, y fue adelantando y engrandeciéndose, hasta hacerse muy grande;  y tuvo hato de ovejas, y hato de vacas, y grande apero; y los filisteos le tuvieron envidia.

Como está escrito: Que por padre de muchos gentiles te he puesto delante de Dios, al cual creyó; el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como las que son.

Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.

Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra en bendiciones, en bendiciones también segará. Cada uno como propuso en su corazón (haga): no con tristeza, o por necesidad; porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia; a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo que basta, abundéis para toda buena obra; como está escrito: Derramó, dio a los pobres; su justicia permanece para siempre. Y el que da la simiente al que siembra, también dará pan para comer, y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los crecimientos de los frutos de vuestra justicia; para que enriquecidos en todo abundéis en toda bondad, la cual obra por nosotros acción de gracias a Dios.

Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?
El sembrador es el que siembra la Palabra.  Y éstos son los de junto al camino; en los que la Palabra es sembrada; mas después que la oyeron, luego viene Satanás, y quita la Palabra que fue sembrada en sus corazones.  Y asimismo éstos son los que son sembrados en pedregales: los que cuando han oído la Palabra, luego la toman con gozo; pero no tienen raíz en sí, antes son temporales, que levantándose la tribulación o la persecución por causa de la Palabra, luego se escandalizan. Y éstos son los que son sembrados entre espinas: los que oyen la palabra; pero los cuidados de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias que hay en las otras cosas, entrando, ahogan la Palabra, y es hecha sin fruto. Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la Palabra, y la reciben, y hacen fruto, uno a treinta, otro a sesenta, y otro a ciento.

Y en todo negocio de sabiduría e inteligencia que el rey les demandó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino.



DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

El Señor Jesús me ha bendecido con abundancia.  Su favor esta en mi vida. El Señor Jesús recibe la semilla que he sembrado y la bendice para que traiga el máximo rendimiento.  Le pertenezco al Señor Jesús, Él me ha tomado con Su poderoso brazo y me promueve a lugares mejores.  En El, se encuentran los tesoros de la Sabiduría y en El tengo una posición firme.  He sido apartado del mundo.  Él ha puesto en mí cualidades sobrenaturales y especiales.  Mi  cosecha es grande, con Su bendición en mi vida.


Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.