miércoles, 2 de mayo de 2012

El Señor Jesús me ha levantado como Atalaya.


Ezequiel 3:17-27; Daniel 13:3; Isaías 52:8; Romanos 2:4; Juan 16:13; Proverbios 11:30

Hijo de hombre,  yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel;  oirás,  pues,  mi palabra,  y los amonestarás de mi parte. Cuando yo diga al impío:  "De cierto morirás",  si tú no lo amonestas ni le hablas,  para que el impío sea advertido de su mal camino a fin de que viva,  el impío morirá por su maldad,  pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si tú amonestas al impío,  y él no se convierte de su impiedad y de su mal camino,  él morirá por su maldad,  pero tú habrás librado tu vida. Si el justo se aparta de su justicia y comete maldad,  y yo pongo tropiezo delante de él,  él morirá,  porque tú no lo amonestaste;  en su pecado morirá,  y sus justicias que había hecho no serán tenidas en cuenta;  pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si amonestas al justo para que no peque,  y no peca,  de cierto vivirá,  porque fue amonestado;  y tú habrás librado tu vida".  Vino allí la mano de Jehová sobre mí,  y me dijo: "Levántate y sal al campo,  y allí hablaré contigo".  Me levanté y salí al campo;  y allí estaba la gloria de Jehová,  como la gloria que había visto junto al río Quebar;  y me postré sobre mi rostro. Entonces entró el espíritu en mí,  me afirmó sobre mis pies,  me habló y me dijo:  "Entra y enciérrate dentro de tu casa.  En cuanto a ti,  hijo de hombre,  he aquí que pondrán cuerdas sobre ti,  y con ellas te atarán y no podrás salir para estar entre ellos. Haré que se te pegue la lengua al paladar,  y estarás mudo,  y no serás para ellos un hombre que reprende,  porque son casa rebelde.  Pero cuando yo te haya hablado,  abriré tu boca y les dirás:  "Así ha dicho Jehová,  el Señor:  El que escucha,  que escuche;  y el que no quiera escuchar,  que no escuche,  porque casa rebelde son".

Los entendidos resplandecerán  como el resplandor del firmamento;  y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas,  a perpetua eternidad.

"¡Voz de tus atalayas!"  Alzarán la voz;  a una voz gritarán de júbilo, porque con sus propios ojos verán  que Jehová vuelve a traer a Sión.

¿O menosprecias las riquezas de su benignidad,  paciencia y generosidad,  ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?

Pero cuando venga el Espíritu de verdad,  él os guiará a toda la verdad,  porque no hablará por su propia cuenta,  sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que habrán de venir.

El fruto del justo es árbol de vida;  el que gana almas es sabio.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Dios me ha asignado para que sea un portador de Su Palabra para que advierta a las personas de las consecuencias del  pecado.  El Señor Jesús nos da Su bondad y misericordia para este mundo herido que sufre de la mano cruel de Satanás.  Me rehusó a quedarme de brazos cruzados y ver el diablo como se lleva a la gente al infierno.  Me levanto proclamándoles que existe una manera nueva y mejor de vivir a través del Señor Jesus.  Soy un ganador de almas para Dios y amonesto a los pecadores reincidentes a regresar a los brazos de Su Padre Celestial.  La  mano de Dios está sobre mí y Su Espíritu mora dentro de mí.  Él me da la instrucción específica en cuanto a qué decir y qué hacer para cumplir con mi comisión.  Dios me revela exactamente lo que tengo que decir en cualquier situación.  Juntos, estamos ganando el mundo para la gloria de Dios Padre.

Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

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