martes, 28 de febrero de 2012

El Señor Jesús dio bienaventuranza a mis ojos y oídos.


Mateo 13:11-12, 15-16; Lucas 8:10; 1 Corintios 2:6-16; Daniel 1:4, 17, 20; 2:22-23; Juan 10:10; Salmo 107:20; 1 Juan 2:20; 5:20
 
Jesús respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente,  Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos,  Y con el corazón entiendan,  Y se conviertan,  Y yo los sane.  Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.

Y él dijo: A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan.

Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Más hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria. Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,  Ni han subido en corazón de hombre,  Son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá?  Más nosotros tenemos la mente de Cristo.

Muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos.

A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños.

En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino.

El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz. A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey.

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

Envió su palabra, y los sanó,  Y los libró de su ruina.

Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas.

Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.

DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

El Señor Jesús me ha dado la facultad de conocer los secretos y misterios del Reino de los Cielos.  Me ha dado sabiduría y conocimiento y Dios está continuamente vertiendo más y más en mi vida para que pueda ser ricamente abastecido para  vivir en la plenitud de Sus leyes de la abundancia.  Los ojos de mi entendimiento han sido iluminados por la Palabra de Dios, ahora puedo ver con ojos de discernimiento y  escuchar con oídos de comprensión.   Entiendo y reconozco las cosas del espíritu.  Soy receptivo al poder sanador de Dios.  Me siento bendecido, feliz, y afortunado  porque tengo la capacidad dada por Dios para ver y escuchar las cosas como realmente son.

Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.
hosanna.enriqueibarra@gmail.com

Fortalecido en la fuerza del Señor Jesús.

Efesios 6:10-18; Colosenses 1:27-29; 2 Corintios 2:11;4:13; 5:7, 21; 6:7; 10:3-6; Marcos 16:17-18; Lucas 10:19; 1 Juan 4:1-4; 5:14-15
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación,  y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;  orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.
A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí.
Para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.
Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos,
Porque por fe andamos, no por vista.
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
En palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra;
Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta.
Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.
Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.  Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.
Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
Apoyándonos también en: Romanos 8:37-38; Salmo 91:13: Isaías 11:5;  52:7; 59:17; 1 Tesalonicenses 5:8: Hebreos 2:5-10; 4:12; 10:35-11:1; Filipenses 1:4; Juan 14:13-14; 1 Corintios 14:15 y Josué 1:5-9
  
DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.
Soy fuerte en el Señor Jesús, y en el poder de Su fuerza.  Llevo puesta continuamente toda la armadura de Dios para vencer los malvados planes del diablo, porque sé que mi lucha no es contra carne y sangre (hombres o adversarios físicos), sino contra los principados y potestades, los gobernadores de las tinieblas de este mundo, y las fuerzas de la maldad en el reino espiritual.  Como un soldado en el ejército de Dios, soy muy capaz de defenderme (como un conquistador), contra las fuerzas de ataque. Y después de haber hecho todo lo que tengo que hacer para derrotarlos, sea cual sea la situación, yo estaré como un vencedor, con el diablo debajo de mis pies a donde pertenece.  Estoy, por lo tanto, con el cinturón de la verdad sobre mis lomos, porque la verdad es la que mantiene toda mi armadura junta. Tengo la coraza de justicia, el hecho de que soy la justicia de Dios en Jesucristo,  asegura mi corazón.  Mis pies están equipados con el apresto del Evangelio de la Paz.  Las trampas de Satanás no me toman desprevenido y siempre estoy dispuesto a pisotear su reino y creo firmemente en establecer el Reino de Dios en la tierra.  Tengo el escudo de la fe para extinguir todos los dardos de fuego del enemigo y cubrirme y avanzar.  Cuando un dardo de fuego de la enfermedad me ataca, creo en la Palabra de Dios y la declaro con fe y se apaga la enfermedad. Cuando un dardo de fuego de desastre financiero me ataca, le hablo la Palabra de Dios sobre esa situación y se apaga.  Cuando un dardo de fuego viene, yo uso mi fe, creyendo y hablando la Palabra de Dios sobre el problema hasta que el problema se elimina.  Tengo el yelmo de la salvación para proteger mi mente en contra de todos los pensamientos diseñados para hacerme renunciar a mi fe.  Sé, sin sombra de duda de que lo que el Señor Jesús hizo por mí es Verdad y que no importa lo que pasa en mi vida, voy a estar con Él por toda la eternidad.  Por lo tanto, no hay absolutamente ninguna razón para ceder, no, al contrario, me quedaré en la lucha hasta que mi victoria sea completa y Dios recibe la gloria! Como un soldado y conquistador avanzo con el Señor Jesus, empuñando el arma más poderosa en el universo, la Espada del Espíritu, que es la misma Palabra del Dios Vivo.  Con la Palabra de Dios disperso y extermino al enemigo que tontamente trata de atacarme. Por último, me mantengo en oración y súplica en el Espíritu, velando con toda perseverancia y súplica por todos los santos. He sido llamado a ser un guerrero de oración para el Señor Jesús y nunca voy a permitir que el diablo me detenga, me desaliente  o me haga renunciar a mi fe en la Palabra de Dios.
Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.
hosanna.enriqueibarra@gmail.com