jueves, 21 de abril de 2011

Somos Una Iglesia Con Señales Y Prodigios de Dios.


Isaías 8:18-20
Aquí me tienen, con los hijos que el Señor me ha dado. Somos en Israel señales y presagios del Señor Todopoderoso, que habita en el monte *Sión. Si alguien les dice: "Consulten a las pitonisas y a los agoreros que susurran y musitan; ¿acaso no es deber de un pueblo consultar a sus dioses y a los muertos, en favor de los vivos?", yo les digo: "¡Aténganse a la ley y al testimonio!" Para quienes no se atengan a esto, no habrá un amanecer.

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS. 

Estoy establecido en esta tierra como el compañero de pacto de Dios todopoderoso. Las señales y maravillas son comunes en mi vida porque el Señor Jesús obra a través de mí.  Esto es natural en la vida del Reino. Sólo busco el poder del único Señor y Dios Jesús, y no escucho a las personas que me dicen que consulte a medios, espiritistas, o psíquicos, ni soy tan tonto como para consultar a los muertos en nombre del Dios vivo que mora en mí y quien ha prometido que me guía hacia toda la Verdad. Sé que las respuestas que busco se encuentran en Su Palabra. Todos los consejos en contra de la Palabra son inútiles para mí.
Leer fonéticamente

Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.