viernes, 4 de noviembre de 2011

Oh Señor Jesús mi Dios de Tu mano he recibido todo y con alegría te doy.


1 Crónicas 19:14-18;  Malaquías 3:6-12; Romanos 14:17; 2 Corintios 9:5; Mateo 6:33; Salmo 112
Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos. Porque nosotros, extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros días sobre la tierra, cual sombra que no dura. Oh Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificar casa a tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo. Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada; por eso yo con rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con alegría que tu pueblo, reunido aquí ahora, ha dado para ti espontáneamente.  Jehová, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel nuestros padres, conserva perpetuamente esta voluntad del corazón de tu pueblo, y encamina su corazón a ti.

Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.  Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos?  ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas.  Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí  y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos.

Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.

Por tanto, tuve por necesario exhortar a los hermanos que fuesen primero a vosotros y preparasen primero vuestra generosidad antes prometida, para que esté lista como de generosidad, y no como de exigencia nuestra.

Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera. Su descendencia será poderosa en la tierra; La generación de los rectos será bendita. Bienes y riquezas hay en su casa,  Y su justicia permanece para siempre. Resplandeció en las tinieblas luz a los rectos;  Es clemente, misericordioso y justo. El hombre de bien tiene misericordia, y presta; Gobierna sus asuntos con juicio, Por lo cual no resbalará jamás; En memoria eterna será el justo. No tendrá temor de malas noticias; Su corazón está firme, confiado en Jehová. Asegurado está su corazón; no temerá,  Hasta que vea en sus enemigos su deseo. Reparte, da a los pobres; Su justicia permanece para siempre;  Su poder será exaltado en gloria. Lo verá el impío y se irritará; Crujirá los dientes, y se consumirá. El deseo de los impíos perecerá.

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DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

Todo lo que tengo ha venido de parte del Señor Jesus.  Todo lo que pueda dar ha sido creado por mi Señor Jesús y es para Él.  Por lo tanto, todas mis fuerzas y la capacidad de dar ofrendas provienen de Él solamente.  Tengo una conciencia de humildad al saber que soy un administrador y no un propietario.  Por lo tanto, toda gloria que pueda recibir le pertenece solo al Señor Jesus!  Doy con gozo y no doy de mala gana, sino con alegría.  Considero que es un honor y un privilegio el poder dar para el Reino de Dios.  Lo que doy es una declaración de que Dios es el único responsable de mi bienestar.  Dios me ha hecho con el propósito de vivir para Su gloria y de la manera que el Reino de Dios hace las cosas.  Él es el director de mis pensamientos y propósitos. Tengo un corazón para agradarle solo a Él y por la fe en Jesús tengo todas las habilidades para caminar en el poder de Su unción.


Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan
3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv