sábado, 27 de agosto de 2011

Creo que el Señor Jesús es el Cristo.


 
1 Juan 5:1-5; Juan 1:12-13, 14:15, 15:9-17; Romanos 12:8-10; Salmos 119:160-165; 2 Corintios 4:13, 5:7

Todo el que cree que Jesús es el Cristo, ha nacido de Dios, y todo el que ama al padre, ama también a sus hijos.  Así, cuando amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos, sabemos que amamos a los hijos de Dios. En esto consiste el amor a Dios: en que obedezcamos sus mandamientos. Y éstos no son difíciles de cumplir, porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe.  ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios.  Éstos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios.

"Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos.

Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor.  Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa. Y éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes. No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre. Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros.

El amor debe ser sincero. Aborrezcan el mal; aférrense al bien.  Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente.

La suma de tus palabras es la verdad; tus rectos juicios permanecen para siempre.  Gente poderosa  me persigue sin motivo, pero mi corazón se asombra ante tu palabra.  Yo me regocijo en tu promesa como quien haya un gran botín.  Aborrezco y repudio la falsedad, pero amo tu ley.  Siete veces al día te alabo por tus rectos juicios. Los que aman tu ley disfrutan de gran *bienestar, y nada los hace tropezar.

Escrito está: "Creí, y por eso hablé." Con ese mismo espíritu de fe también nosotros creemos, y por eso hablamos.

Vivimos por fe, no por vista.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

Creo que Jesús es el Cristo, por lo tanto, he nacido de Dios. Veo claramente el panorama de la familia de Dios.  Amo al Padre, y amo a Su Hijo, así, pues todos somos uno en Jesus.  Sé que amo a la Iglesia  porque amo a Dios y obedezco Sus mandamientos.  Muestro mi amor por Dios cuando obedezco Sus mandamientos.  Sus mandamientos no son gravosos sino que son puros y preciosos.  Son perfectamente razonables y en lo más mínimo difíciles de obedecer, siempre y cuando me mantenga dentro la Voluntad de Dios.  He nacido de Dios y he vencido al mundo, mi fe es mi victoria.  Todas las  circunstancias deben ceder ante el Nombre de Jesus.  Por mi fe en Jesús puedo superar los obstáculos, reveses y problemas de todo tipo.  Creo que Jesús es el Hijo de Dios, y en Jesus he vencido al mundo.


Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.