lunes, 26 de septiembre de 2011

¡Señor Jesús mi Dios, Dios mío eres Tú!


Salmo 63:1-6, 23, 50:14; 105:7-8; Deuteronomio 32:3-4; Proverbios 3:1-8

 ¡Dios,  Dios mío eres tú!   ¡De madrugada te buscaré!   Mi alma tiene sed de ti,  mi carne te anhela  en tierra seca y árida  donde no hay aguas,  para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario. Porque mejor es tu misericordia que la vida,  mis labios te alabarán.  Así te bendeciré en mi vida;  en tu nombre alzaré mis manos.  Como de médula y de grosura será saciada mi alma,  y con labios de júbilo te alabará mi boca, cuando me acuerde de ti en mi lecho,  cuando medite en ti en las vigilias de la noche.

Jehová es mi pastor,  nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar;  junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma.  Me guiará por sendas de justicia  por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte,  no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.   Aderezas mesa delante de mí  en presencia de mis angustiadores;   unges mi cabeza con aceite;  mi copa está rebosando.  Ciertamente, el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,  y en la casa de Jehová moraré por largos días.

Sacrifica a Dios alabanza   y paga tus votos al Altísimo.

Él es Jehová,  nuestro Dios; en toda la tierra están sus juicios. Se acordó para siempre de su pacto;  de la palabra que mandó para mil generaciones.

Proclamaré el nombre de Jehová: ¡engrandeced a nuestro Dios! Él es la Roca,  cuya obra es perfecta,  porque todos sus caminos son rectos.  Es un Dios de verdad y no hay maldad en él;  es  justo y recto.

Hijo mío,  no te olvides de mí Ley,  y que tu corazón guarde mis mandamientos,  porque muchos días y años de vida  y de paz te aumentarán.   Nunca se aparten de tila misericordia y la verdad:   átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón  y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres.  Confía en Jehová  con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos  y él hará derechas tus veredas.  No seas sabio en tu propia opinión, sino teme a Jehová y apártate del mal,  porque esto será medicina para tus músculos  y refrigerio para tus huesos.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

Mi Padre Celestial cuida de mí. Cuando mi corazón se siente abrumado, El me conduce a la Roca más alta que es Señor Jesús.  Viviré en Su casa para siempre y estoy confiado bajo el refugio de Sus alas.  El Señor Jesús escucha mis votos y se acuerda del Pacto eterno.  Tengo una herencia que es inamovible y eterna.  El Señor Jesús prolonga mi vida por amor a Su Nombre.  Su misericordia me alcanza siempre.  Amo y obedezco Su Palabra y la cumplo y mi corazón canta alabanzas a Dios para siempre.  Cada día cumpliré mis votos.


Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan
3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv