martes, 18 de octubre de 2011

Porque Yo, Jehová, Dios tuyo, Soy tu Salvador

Isaías 43:1-7; Romanos 8:14-17; Daniel 3:23-26; Salmo 5:11-12; Hebreos 2:14-15; 2 Corintios 5:17; 2 Pedro 1:4
Ahora,  así dice Jehová, Creador tuyo,  Jacob,  y Formador tuyo,  Israel: No temas,  porque yo te redimí;  te puse nombre,  mío eres tú.  Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo;  y si por los ríos,  no te anegarán.  Cuando pases por el fuego, no te quemarás  ni la llama arderá en ti.  Porque yo,  Jehová,  Dios tuyo,  el Santo de Israel,  soy tu Salvador;  a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba a cambio de ti. Porque a mis ojos eres de gran estima,  eres honorable y yo te he amado; daré,  pues,  hombres a cambio de ti y naciones a cambio de tu vida.  No temas,  porque yo estoy contigo;  del oriente traeré tu descendencia y del occidente te recogeré.  Diré al norte: "¡Da acá!", y al sur: ¡No los retengas;  trae de lejos a mis hijos,  y a mis hijas de los confines de la tierra, a todos los llamados de mi nombre,  que para gloria mía los he creado,  los formé y los hice!

Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,  son hijos de Dios, pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor,  sino que habéis recibido el Espíritu de adopción,  por el cual clamamos:  "¡Abba,  Padre!"  El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu,  de que somos hijos de Dios.  Y si hijos,  también herederos;  herederos de Dios  y coherederos con Cristo,  si es que padecemos juntamente con él,  para que juntamente con él seamos glorificados.

Estos tres hombres,  Sadrac,  Mesac y Abed-nego,  cayeron atados dentro del horno de fuego ardiente.  Entonces el rey Nabucodonosor se espantó,  se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres hombres atados dentro del fuego?   Ellos respondieron al rey: Es verdad,  oh rey.   Y él dijo: Sin embargo,  yo veo cuatro hombres sueltos,  que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño;  y el aspecto del cuarto es semejante a un hijo de los dioses.  Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiente,  y dijo:  Sadrac,  Mesac y Abed-nego,  siervos del  Dios altísimo,  salid y venid.   Sadrac,  Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego.

Pero alégrense todos los que en ti confían; den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes;  en ti se regocijen los que aman tu nombre.  Tú,  Jehová,  bendecirás al justo;   como con un escudo lo rodearás de tu favor.

Así que,  por cuanto los hijos participaron de carne y sangre,  él también participó de lo mismo para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte,  esto es,  al diablo,  y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.

De modo que si alguno está en Cristo,  nueva criatura  es:  las cosas viejas pasaron;  todas son hechas nuevas.

Por medio de estas cosas nos ha dado preciosas y grandísimas promesas,  para que por ellas lleguéis a ser participantes de la naturaleza divina,  habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de las pasiones.

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

¡No tengo motivo para temer,  porque he sido redimido!  Dios me llamó por mi nombre y me ha hecho de Su familia.  Pertenezco a Dios, soy Su hijo y El me ama con todo Su corazón.  Cuando paso a través de los problemas de la vida,  Él está conmigo.  Los ríos caudalosos no me pueden anegar.  Paso en medio de las pruebas de fuego con la confianza de salir ileso.  Estoy en medio del fuego de este mundo, protegido por el escudo del Señor Jesús mi Dios. Ni siquiera el olor del humo está en mí.  El Señor Jesus es mi Salvador y mi Padre.  Él me ha redimido de la esclavitud.  Soy de gran estima, amado y honorable ante Sus ojos porque he sido creado para Su Gloria.   No tengo nada que temer en mi vida porque Dios, el Creador del cielo, la tierra, y el universo es mi Padre.  Tengo un pacto con Dios que me acredita como Su propio hijo y heredero.  Él me ha adoptado y me ha recreado con una naturaleza divina;  me ha dado Su propio nombre.  Soy de Dios - llamado por Su nombre y creado para Su Gloria.


Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan
3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv