jueves, 4 de agosto de 2011

El Señor Jesús es la Piedra Angular.


Cuando confieso el Nombre de Jesús sobre alguna situación que para el mundo es difícil o imposible de resolver, yo encuentro la respuesta, en el Señor Jesús, porque Él es la respuesta a todo en mi vida, hoy he entendido que todo gira a Su derredor. Él es la Piedra Angular de toda la creación.

Hechos 4:10-13; Marcos 16:15-20; Juan 14:13-14; Gálatas 2:20; Salmo 118:22; Romanos 10:8-13
Entonces que sea conocido por ustedes, y por todo el pueblo de Israel, que es en El Nombre del Ungido de Dios Jesús de Nazaret,  a quien ustedes ejecutaron en la cruz como a un criminal, pero a quien Dios lo ha levantado de los muertos, por Él es que este hombre está delante de ustedes perfectamente sanado.   Este Jesús es la piedra desechada por los constructores, la cual se ha convertido en la piedra angular. ¡No hay salvación en ningún otro! Porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a la humanidad, por medio del cual podamos ser salvos.  Cuando vieron la valentía de Pedro y de Juan, a pesar de que eran sin letra, sin entrenamiento, se maravillaron y reconocieron que habían estado con Jesús.

Les dijo: "Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura.  El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado. Estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán en nuevas lenguas; tomarán en sus manos serpientes; y cuando beban algo venenoso, no les hará daño alguno; pondrán las manos sobre los enfermos, y éstos recobrarán la salud."  Después de hablar con ellos, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Los discípulos salieron y predicaron por todas partes, y el Señor los ayudaba en la obra y confirmaba su palabra con las señales que la acompañaban.

Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el Hijo. Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré.

He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí.

La piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular.

¿Qué afirma entonces? "Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón."* Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo. Así dice la Escritura: "Todo el que confíe en él no será jamás defraudado."*  No hay diferencia entre judíos y gentiles, pues el mismo Señor es Señor de todos y bendice abundantemente a cuantos lo invocan, porque "todo el que invoque el nombre del Señor será salvo".*

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

Que todos conozcan y  comprendan que es a través del nombre del Señor  Jesús que ahora estoy vivo y que es solo a través de Su Nombre que hoy soy capaz de llevar la libertad a los demás.  Dios me ha concedido el poder de usar el nombre de Jesús para satisfacer cada necesidad. Jesús, mi Señor, que fue crucificado y a quien Dios resucitó de entre los muertos, es el poder a través del cual vivo.  Él es la piedra angular sobre la que vivo y soy porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en que podamos ser salvos.  En Él y a través de Él he sido liberado para hacer lo que estoy llamado a hacer, y además, tengo la elocuencia sin restricciones para responder a cualquier acusación que se ponga en mi contra.

Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.