lunes, 10 de enero de 2011

La Medida De La Fe Que Dios Me Ha Dado

 Romanos 12:1-3  (SRV2004)
Por tanto os ruego hermanos por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
Y no os conforméis a este mundo; mas transformaos por la renovación de vuestra mente, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Digo, pues, por la gracia que me ha sido dada, a cada cual que está entre vosotros; que no tenga más alto concepto de sí, que el que debe tener, sino que piense de sí con mesura, conforme a la medida de la fe que Dios repartió a cada uno.

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.


Por la misericordia de Dios,  dedico mi cuerpo como sacrificio vivo y agradable a Dios. Esta es mi adoración espiritual y racional. Soy dirigido por el Espíritu Santo. No me  ajusto a los caminos del mundo sino que soy transformado mediante la renovación de mi mente por medio de La Palabra de Dios y asi puedo demostrar la buena voluntad, agradable y perfecta de Dios.  Vivo por la gracia de Dios, y no me estimo más alto de lo que debo, porque sé que por mí mismo nada soy. Más bien, pienso de mí mismo sobriamente. Yo sé que mi valor ante los ojos de Dios es inestimable, y que Él me ha dado la medida de fe para esta vida. Sin embargo, no olvido que todo lo que tengo, Él me lo ha dado. Dependo con alegría, total y completamente de mi Dios.

Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén