sábado, 31 de marzo de 2012

El Espíritu del Señor Jesús ha cambiado mi corazón.


Ezequiel 11:17-20;  Salmo 105:45; Tito 3:5; Romanos 5:10; 6:14; Juan 10:10; Gálatas 4:5-6

Por lo tanto, así dice YAHWEH: Yo los recogeré de entre los paganos y los juntaré de los pueblos donde han sido dispersos, y Yo les daré La Tierra de Israel a ustedes. Entonces ellos irán allí y removerán todas las abominaciones de ella y todas las iniquidades de ella, y Yo les daré unidad de corazón. Yo pondré Mi Espíritu entre ustedes. Yo removeré de sus cuerpos los corazones de piedra y les daré corazones de carne; para que caminen por mis mandamientos, obedezcan mis ordenanzas y las hagan. Entonces ellos serán mi pueblo, y Yo seré su Elohim.




Dios hizo esto para que su pueblo obedeciera sus leyes y enseñanzas. ¡Alabado sea el Señor!

Él nos salvó gracias a su misericordia, no por algo bueno que hubiéramos hecho. Nos salvó lavándonos, dándonos una vida nueva. Nos renovó por medio del poder del Espíritu Santo.

Cuando éramos enemigos de Dios, él hizo las paces con nosotros a través de la muerte de su Hijo. Con mayor razón ahora que somos amigos de Dios, él nos va a salvar por medio de la vida de Cristo.

El pecado ya no gobernará sobre ustedes, porque ya no están sujetos a la ley, sino sólo al generoso amor de Dios.

El ladrón solamente viene para robar, matar y destruir. Yo vine para que la gente tenga vida y la tenga en abundancia.

Así lo hizo Dios para poder comprar nuestra libertad de la ley y adoptarnos como sus hijos. Ustedes son hijos de Dios; y por lo tanto, él puso el Espíritu de su Hijo en nosotros, y ese Espíritu grita: ¡Querido padre!


  DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

He sido reconciliado con Dios. El Señor Jesús me hadado un espíritu nuevo y ahora tengo un corazón sin divisiones y dedicado a hacer Su voluntad. Ya no tengo un corazón de piedra, frio, gobernado por el diablo, sino que Señor Jesús me ha dado un corazón de carne, lleno de la vida de Dios.  Como hijo nacido de nuevo en Señor Jesús, ahora puedo vivir libre de pecado. Todas las cosas que en mi vida deshonraban Su Nombre han sido quitadas.  Y me mantengo en la ley del amor, que es la perfecta ley de la libertad, para mi vida.  Vivo cada día en plena conciencia de que soy hijo de Dios y que Él es mi Padre.

Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

Nota: Este blog esta todos los días en la misma dirección, búscalo y compártelo con tus amigos y familiares.  

viernes, 30 de marzo de 2012

Prosigo a la meta a Jesús el Cristo mi Señor.


Prosigo a la meta a Jesús el Cristo mi Señor.

 Hosanna en las Alturas, Jesús es el Señor 

 Filipenses 3:12-14; Hebreos 10:14; 12:23; Lucas 9:62; 1 Corintios 9:24-27; 2 Timoteo 4:7 


No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto;  sino que prosigo,  por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos,  yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado;  pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta,  al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Y así,  con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.

A  la congregación de los primogénitos  que están inscritos en los cielos.  Os habéis acercado a Dios,  Juez de todos,  a los espíritus de los justos hechos perfectos.

Jesús le contestó: Ninguno que,  habiendo puesto su mano en el arado,  mira hacia atrás  es apto para el reino de Dios.

¿No sabéis que los que corren en el estadio,  todos a la verdad corren,  pero uno solo se lleva el premio?  Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha,  de todo se abstiene; ellos,  a la verdad,  para recibir una corona corruptible,  pero nosotros,  una incorruptible.  Así que yo de esta manera corro,  no como a la ventura;  de esta manera peleo,  no como quien golpea el aire; sino que golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre,  no sea que,  habiendo sido heraldo para otros,  yo mismo venga a ser eliminado.

He peleado la buena batalla,  he acabado la carrera, he guardado la fe.


  DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.
 
No me olvido de que soy salvo del pecado, no hare intencionalmente y cuando peco por ignorancia o descuido inmediatamente corro al trono de la Gracia arrepentido a pedir perdón y con la certeza que lo recibo. No me jacto de haber alcanzado perfección de plenitud del Señor  Jesús, sino que prosigo a apoderándome  de ella, esa es la razón por la cual Cristo Jesús me alcanzó a mí. Por lo tanto, me olvido de lo que está atrás de mí y sigo adelante con mis ojos puestos el premio de mi supremo llamamiento en Cristo Jesús. Nunca dejo que mi pasado, ya hace muchos años o hace un instante me interrumpa mi caminar en comunión con Dios. Él me ha mostrado Su gracia y hoy que la conozco no tengo ninguna razón para retroceder o estancarme.  Estoy siempre en movimiento hacia adelante, cada vez mejor con cada paso y me  mantengo en comunión con mi Padre Celestial. Nunca me olvido de que el pecado no tiene poder sobre mí y que mi posición en el Señor Jesús está asegurado, no por mí causa, sino por causa de Él.

Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

Nota: Este blog esta todos los días en la misma dirección, búscalo y compártelo con tus amigos y familiares.  

jueves, 29 de marzo de 2012

En el Señor Jesús, soy valiente.


Joel 3: 9-10; 1 Corintios 15:57; Efesios 6:10-18; 2 Timoteo 1:6-7; Filipenses 3:12-14
 
Proclamen esto entre las naciones: ¡Prepárense para la batalla!   ¡Movilicen a los soldados!  ¡Alístense para el combate todos los hombres de guerra!  Forjen espadas con los azadones  y hagan lanzas con las hoces.  Que diga el cobarde: "¡Soy un valiente!"
¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!

Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor.  Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza. Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, protegidos por la coraza de justicia, y calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz. Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno. Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos. Manténganse alerta y perseveren en oración por todos los santos. Oren también por mí para que, cuando hable, Dios me dé las palabras para dar a conocer con valor el misterio del evangelio

Por eso te recomiendo que avives la llama del don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos. Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.

No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí. Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.

  DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

A pesar que mi victoria ha sido sellada y la lucha por mi libertad se ha acabado, todavía existe una guerra espiritual y he determinado ganarla. Me preparo para la batalla diaria, me mantengo en un estado de vigilancia permanente. Cuando el enemigo levanta su fea cabeza, yo lo ataco sin piedad con La Palabra de Dios que es mi espada de doble filo. La declaro con fe ante cualquier circunstancia. No voy a permitir que las debilidades, errores, o locura de mi pasado me detengan. Me paro firme y creo que soy lo que Dios dice que soy: ¡Soy fuerte en el Señor Jesús y en el poder de Su fuerza!  ¡El enemigo está derrotado, mi Señor Jesús ya lo venció!


Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

Nota: Este blog esta todos los días en la misma dirección, búscalo y compártelo con tus amigos y familiares.  

miércoles, 28 de marzo de 2012

Vengo en el nombre del Señor Jesús mi Dios.


Juan 5:41-44; 1 Tesalonicenses 2:6; Romanos 5:5; 1 Juan 3:1-2; Colosenses 1:29; Efesios 1:17-23; Marcos 9:37; Lucas 9:48


No me interesa que ustedes me alaben.  Lo que me preocupa es ver que ustedes no aman realmente a Dios. Vengo en nombre de mi Padre y ustedes no me aceptan. Pero si viene alguien que hable por su propia cuenta, ¡a ese sí lo aceptan!  Les gusta alabarse unos a otros, pero no buscan la alabanza de Dios. Entonces, ¿cómo van a creer?

No buscamos ningún reconocimiento de ustedes ni de nadie.

Esa esperanza no nos va a fallar porque Dios nos dio el Espíritu Santo, quien ha derramado el amor de Dios en nosotros.

Miren lo grande que es el amor que el Padre nos ha mostrado, ¡hasta llega a hacer posible que seamos llamados hijos de Dios! Y eso es lo que de verdad somos. Por eso la gente del mundo no nos conoce, pues el mundo no conoce a Dios. Mis queridos amigos, ahora somos hijos de Dios pero todavía no sabemos lo que seremos en el futuro. Lo que sí sabemos, es que cuando Cristo regrese seremos como él, pues lo veremos tal y como él es.

Trabajo con mucho empeño por el poder de Cristo que actúa en mí y me fortalece.

Ruego que Dios, el Padre glorioso de nuestro Señor Jesucristo, les dé el Espíritu, fuente de sabiduría, para que entiendan los secretos de Dios y lleguen a conocerlo verdaderamente. Pido que Dios los ilumine con entendimiento para que vean su verdad y sepan lo que tiene preparado para sus escogidos. Entonces podrán participar de las ricas y abundantes bendiciones que él ha prometido a su pueblo santo. Verán también lo grande que es el poder que Dios da a los que creen en él. Es el mismo gran poder  con el que Dios resucitó a Cristo de entre los muertos y le dio el derecho de sentarse a su lado en el cielo. Dios ha puesto a Cristo por encima de cualquier autoridad, poder, gobierno o dominio, tanto de este mundo como del que está por venir.  Dios puso todo bajo el mando de Cristo y lo escogió como máxima autoridad de todo para bien de la iglesia. Cristo llena todo con su presencia, y en la iglesia se muestra todo lo que él es.

El que recibe a uno de estos niños en mi nombre, también me recibe a mí. El que me recibe a mí, también recibe al que me envió. les dijo: -El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí. Y si me recibe a mí, también recibe a mi Padre que me envió. El más insignificante entre ustedes es el más importante.

  DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

No tengo necesidad de la gloria y el honor que viene de los hombres.  El amor del Señor Jesús ha sido derramado en mi corazón.  Busco hacer Su voluntad que es revelada en Su Palabra para que lo que haga le traiga gloria a Su Nombre.  Mi deseo es recibir la alabanza, el honor y la gloria, que provienen del Señor Jesus, el único Dios veredero.  Soy miembro de la familia de Dios.  Soy Su hijo, lo llamo por Su Nombre.  Su poder fluye en mí y dentro de mí porque Jesús ha hecho morada en mi.  Cuando la gente me recibe, recibe a mi Padre Celestial, al Señor Jesús y Su Espíritu. Cuando la gente me rechaza, rechaza a mi Padre Celestial.

Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

Nota: Este blog esta todos los días en la misma dirección, búscalo y compártelo con tus amigos y familiares.