sábado, 23 de abril de 2011

El Espíritu de Jesús Me Habla


Hebreos 3:6-9
Cristo,  en cambio,  es fiel como Hijo al frente de la casa de Dios.  Y esa casa somos nosotros,  con tal que mantengamos* nuestra confianza y la esperanza que nos enorgullece. Por eso,  como dice el Espíritu Santo: "Si ustedes oyen hoy su voz,  no endurezcan el corazón como sucedió en la rebelión,  en el día de prueba en el desierto.  Allí sus antepasados me tentaron y me pusieron a prueba,  aunque durante cuarenta años vieron mis obras.

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Jesús es fiel, Él está a cargo de todos los hijos de Dios. Yo soy hijo de Dios, mi compromiso con Él es sincero y eterno. Nunca perderé la confianza en la Palabra de Dios que es mi fe en mi Padre Celestial, sino que continuamente confío en Él con todo el valor y la confianza.  Creo que Su Espíritu Santo nos  habla y nos guía por el buen camino, oigo Su voz cada día, y no hago mi voluntad sino la de Jesús, porque Él ha hecho mi corazón conforme a Su corazón para oírle y poder hacer Su voluntad.  No me rebelo contra  Él como lo hicieron los israelitas en el desierto. 
Leer fonéticamente

Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.