martes, 4 de diciembre de 2012

El Padre del Señor Jesús mi Dios me muestra Su Amor.


Sofonías 3:17-20; Josué 1:5-9; Salmo 18:1-18; 23; 46:1; 103:13; Mateo 11:28-29; Colosenses 2:15; Juan 6:44; Proverbios 6:30-31

El Señor tu Dios está en medio de ti. Él es un guerrero que da la victoria; con regocijo demostrará su alegría por ti. Tendrá un nuevo amor por ti. Festejará por ti con un grito de alegría,  como se celebra en un día de fiesta. Ya no habrá más insultos para ti; ya nadie más se burlará de ti. Ese día, haré que dejen de hacerte daño. Rescataré a los heridos y reuniré a los que han sido expulsados de su tierra. Serán famosos y respetados en todos los lugares en los que ahora sienten vergüenza. Ese día los traeré de regreso. Los reuniré a todos y serán famosos y respetados entre todos los pueblos de la tierra. Eso sucederá cuando traiga de vuelta ante sus ojos a los prisioneros». Es lo que dice el Señor.

Yo estaré contigo así como estuve con Moisés. Nadie podrá derrotarte mientras vivas porque yo nunca te abandonaré ni te dejaré.  Sé fuerte y valiente porque tú guiarás a este pueblo para que pueda tomar la tierra que yo prometí a sus antepasados. Pero tienes que ser fuerte y valiente, obedeciendo los mandamientos que te dio mi siervo Moisés. Si te mantienes fiel a ellos triunfarás donde quiera que vayas.  Repite siempre las palabras del libro de la ley de Moisés. Estúdialo día y noche, de manera que puedas actuar de acuerdo a lo escrito en él, para que te vaya bien y tengas éxito.  Te repito: sé fuerte y valiente. No tengas miedo ni te desanimes porque el Señor tu Dios estará contigo donde quiera que vayas.

Señor [Jesús], te amo. ¡Tú eres mi fortaleza! El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi libertador. Dios es mi refugio, él me protege; mi escudo, me salva con su poder. Él es mi escondite más alto. Mis enemigos se burlaban de mí, pero le pedí ayuda al Señor y él me rescató de ellos. La muerte me enredó en sus cuerdas y me sentí perdido ante la temible corriente. El lugar de los muertos  me enredó en sus cuerdas, tendía ante mí trampas mortales. En medio de la dificultad, clamé al Señor y pedí su ayuda. Desde su templo, Dios escuchó mis lamentos y mis gritos de auxilio. Entonces la tierra tembló y se tambaleó; las bases de las montañas se estremecieron. La tierra tembló y retumbó porque Dios estaba furioso. Con humo saliendo de su nariz, llamas de su boca y lanzando carbones encendidos, el Señor abrió el cielo y bajó sobre una nube negra. Bajó cabalgando sobre los querubines del cielo; se deslizaba con el viento. El Señor estaba oculto en nubes densas y oscuras que lo cubrían totalmente. Entonces la gloria resplandeciente de Dios brilló en las nubes arrojando granizo y emitiendo fuertes rayos. La voz del Señor retumbó en el cielo, el Altísimo se hizo oír y hubo rayos y granizo.  Dios lanzó sus flechas y dispersó al enemigo. Lanzó muchos rayos y todos salieron espantados.  Enviaste, Señor, tu reprensión con un soplo de tu nariz, un viento fuerte que dejó el fondo del mar a la vista. Las bases de la tierra quedaron al descubierto.   Luego extendió la mano y me rescató. Me sacó de las aguas turbulentas.  El Señor me salvó de mis poderosos enemigos y de los que me odiaban pues eran más fuertes que yo. Cuando yo estaba en dificultades y mis enemigos me atacaban, el Señor me dio su apoyo y protección.  

El Señor es mi pastor, nada me falta.  
Me lleva a descansar a prados verdes, y me conduce a manantiales de agua fresca.
Él renueva mi alma. Me lleva por buenos caminos para mostrarme lo bondadoso que es.
Aunque pase por caminos oscuros y tenebrosos, no tendré miedo. Porque tú, Señor, estás a mi lado; Tu vara y tu bastón me reconfortan.
Me preparaste un banquete delante de mis enemigos; ungiste mi cabeza con aceite, has llenado mi copa hasta rebosar.  Tu bondad y tu fiel amor estarán conmigo toda la vida. Y entraré a la casa del Señor para quedarme allí para siempre.

Dios es nuestro refugio y fortaleza. Él siempre está dispuesto a ayudarnos en los momentos difíciles.

El Señor es tan bueno con los que lo respetan como un padre con sus hijos.

Vengan a mí los que estén cansados y agobiados, que yo los haré descansar.   Acepten la misión que les doy y aprendan de mí que soy paciente y humilde. Conmigo encontrarán descanso.

Dios venció a todos los poderes y fuerzas espirituales a través de la cruz, desarmándolos y obligándolos a desfilar derrotados ante el mundo.

El Padre que me envió es quien trae a la gente hacia mí. Yo resucitaré a esa gente en el día final. Si a alguien no lo trae el Padre, entonces ese no puede acercarse a mí.

No se desprecia a un ladrón que roba para calmar el hambre, pero si lo atrapan, lo harán pagar siete veces lo que se robó, aunque tenga que dar todo lo que tiene.

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

El Padre del Señor Jesús, mi Dios está de mi lado, por lo tanto no voy a tener miedo. Él ha prometido que nunca me dejará ni me desamparará, me libra de la catástrofe y la destrucción, y se encarga de que siga en Su Camino en la Vida. Él es mi propio Padre y está tremendamente alegre conmigo. Me tranquiliza con Su gran amor y compasión. Levanta cada carga de mis hombros. Él ha actuado en contra de mis opresores. El diablo ha sido completamente despojado de todo poder y autoridad que tenía sobre mi vida, éste ya no me tiene en la esclavitud. ¡Yo soy libre en el Señor Jesús!  Mi Padre me ha rescatado y ahora mora en mi corazón a través de Su Espíritu. Me ha dado renombre y fama entre todos los habitantes de la tierra. Él restaura mi vida ante mis propios ojos. Mi Padre Celestial me ha traído a casa.
Leer fonéticamente

Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

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