miércoles, 13 de abril de 2011

Soy Justificado Por La Fe En Jesús


Gálata 3:22-29
Pero la Escritura declara que todo el mundo es prisionero del pecado,* para que mediante la fe en Jesucristo lo prometido se conceda a los que creen.  Antes de venir esta fe,  la ley nos tenía presos,  encerrados hasta que la fe se revelara. Así que la ley vino a ser nuestro guía encargado de conducirnos a Cristo,* para que fuéramos justificados por la fe. Pero ahora que ha llegado la fe,  ya no estamos sujetos al guía. Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, porque todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo.  Ya no hay judío ni griego,  esclavo ni libre,  hombre ni mujer,  sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús. Y si ustedes pertenecen a Cristo,  son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS


Por la fe recibo lo prometido por Jesús. No confío en las obras de la Ley, porque la Ley fue dada para guiarme a Jesús, y así ser justificado por la fe. Por lo tanto, no estoy bajo la intervención de la ley. Soy un hijo de Dios por la fe en Jesucristo, porque cuando fui bautizado en Cristo, fui revestido de  Cristo (La Unción del Espíritu de Dios). Este es el resumen de mi justicia: (la aprobación del Padre Celestial por la sangre de Jesús) ahora descanso en la justicia de Jesús. Todos mis hermanos en Cristo han sido revestidos de Cristo, por lo tanto, ya no hay distinción entre las razas, clases sociales o género, porque todos somos uno en Él.  He nacido de nuevo, mi espíritu es de Dios. Le pertenezco a Cristo. Por lo tanto, soy de la simiente de Abraham y heredero según la promesa.
Leer fonéticamente

Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.