Romanos 14:17; 1
Corintios 8:8; Efesios 2:14; Filipenses 4:4; Romanos 8:3-10
Porque el reino de Dios no es cuestión de
comidas o bebidas sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo.
Pero lo que comemos no nos acerca a Dios, ni somos mejores o peores por
comer o no comer.
Porque Cristo es nuestra paz: de los dos pueblos ha hecho uno solo,
derribando mediante su sacrificio el muro de enemistad que nos separaba
Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense!
En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa
anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a
nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el
pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se
cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino
según el Espíritu. Los que viven
conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal
naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los
deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad
que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de
Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven
según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la
naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios
vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero
si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado,
pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia.
DECLARACION
DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.
Creo en mi espíritu renacido en el Señor Jesús mi Dios que Su reino no
es un asunto de cosas pasajeras que me rodean, o comida, o bebida. Sino
que es justicia (la aprobación del Padre de mi Señor Jesús), Paz (del hebreo Shalom
= paz, plenitud total, prosperidad y nada falta, nada se daña), y gozo en mi vida por el Espíritu Santo dentro de mí.
Si no has recibido a Jesús tú Señor simplemente has la siguiente
oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti
en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre
del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor,
y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo»
(Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo
venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del
Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra.
Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre
los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como
lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección:
enriqueibarra.@integra.com.sv