lunes, 15 de agosto de 2011

El Señor Jesús me introduce a la tierra que fluye leche y miel.


Números 14:8-9; Salmo 18:19-23; Josué 15:13-15; Romanos 8:31; Marcos 9:23 

Si Jehovah se agrada de nosotros, nos introducirá en esa tierra. Él nos entregará la tierra que fluye leche y miel. Sólo que no os rebeléis contra Jehovah, ni temáis al pueblo de esa tierra, porque serán para nosotros pan comido. Su protección se ha apartado de ellos, mientras que con nosotros está Jehovah. ¡No los temáis!

El me sacó a un lugar espacioso; me libró, porque se agradó de mí.  Jehovah me ha pagado conforme a mi justicia; conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado.  Porque he guardado los caminos de Jehovah, y no me he apartado impíamente de mi Dios. Porque delante de mí han estado todos sus juicios, y no he apartado de mí sus estatutos.  Fui íntegro para con él, y me guardé de mi maldad.
 
De acuerdo con el mandato de Jehovah a Josué, éste dio a Caleb hijo de Jefone una parte entre los hijos de Judá. Le dio Quiriat-arba, que es Hebrón. (Arba fue el padre de Anac.)  Y Caleb echó de allí a los tres hijos de Anac: a Sesai, a Ajimán y a Talmai, descendientes de Anac.  De allí subió contra los habitantes de Debir. (Antes el nombre de Debir era Quiriat-séfer.)

¿Qué, pues, diremos frente a estas cosas? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?

Jesús le dijo: —¿"Si puedes…"? ¡Al que cree todo le es posible!


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

Mi Padre Celestial se deleita en mí.  El Señor Jesús me ha traído a una tierra fértil y espaciosa, y me ha dado el derecho de reclamarla como propia.  No me revelare contra Sus deseos,  ni me atemorizare de los que ahora son sus habitantes.  Ellos son pan comido para mí.  No tienen ninguna defensa en contra del Señor Jesus.  Él ha eliminado toda la protección de ellos y me ha mandado  para que tome la tierra.  Por lo tanto, la tomaré.  El Señor Jesús está conmigo, y soy muy capaz. ¡No tengo miedo a los gigantes en la tierra!

Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.