martes, 20 de noviembre de 2012

El Señor Jesús revela la Sabiduría de Dios.


1 Corintios 2:6-10; Mateo 13:11-15; Romanos 8:28-30; 1 Corintios 14:2, 13;    Daniel 2:22-23

En cambio, hablamos con sabiduría entre los que han alcanzado madurez, pero no con la sabiduría de este mundo ni con la de sus gobernantes, los cuales terminarán en nada. Más bien, exponemos el misterio de la sabiduría de Dios, una sabiduría que ha estado escondida y que Dios había destinado para nuestra gloria desde la eternidad.   Ninguno de los gobernantes de este mundo la entendió, porque de haberla entendido no habrían crucificado al Señor de la gloria. Sin embargo, como está escrito: "Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman."  Ahora bien, Dios nos ha revelado esto por medio de su Espíritu, pues el Espíritu lo examina todo, hasta las profundidades de Dios.

A ustedes se les ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos; pero a ellos no.  Al que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia. Al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará. Por eso les hablo a ellos en parábolas: "Aunque miran, no ven; aunque oyen, no escuchan ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: Por mucho que oigan, no entenderán; por mucho que vean, no percibirán. Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible; se les han tapado los oídos, y se les han cerrado los ojos. De lo contrario, verían con los ojos, oirían con los oídos, entenderían con el corazón y se convertirían, y yo los sanaría.

Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.  A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.

Porque el que habla en lenguas no habla a los demás sino a Dios. En realidad, nadie le entiende lo que dice, pues habla misterios por el Espíritu.

Por esta razón, el que habla en lenguas pida en oración el don de interpretar lo que diga.

Él revela lo profundo y lo escondido, y sabe lo que se oculta en las sombras. ¡En él habita la luz!   A ti, Dios de mis padres, te alabo y te doy gracias. Me has dado sabiduría y poder, me has dado a conocer lo que te pedimos, ¡me has dado a conocer el sueño del rey!


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

Predico de la sabiduría de Dios a aquellos que son maduros y capaces de escuchar. No es sabiduría de este siglo, o de aquellos considerados como líderes sabios de este mundo.  Por el contrario, les predico a aquellos que están listos, a ellos hablo sabiduría de Dios, la que una vez estuvo oculta, pero ahora se revela en y a través de nosotros, la cual Dios ideó y decretó desde la fundación del mundo para nuestra gloria que es del Señor Jesús en nosotros.  Esto fue escrito para el pueblo del antiguo pacto:  Ningún ojo ha visto, ni oído oyó, ni ninguna mente ha concebido lo que Dios ha preparado para los que le aman.  ¡Pero hoy Dios me lo ha revelado a mí, que soy Su hijo por haber recibido al Señor Jesús en mi corazón como mi Dios y mi Señor y por el Espíritu Santo que mora en mí! 
Leer fonéticamente

Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

Nota: Este blog esta todos los días en la misma dirección, búscalo y compártelo con tus amigos y familiares.