viernes, 7 de enero de 2011

Dios Nos Corrige Para Nuestro Verdadero Provecho

 Hebreos 12:10-13 (DHH)
Nuestros padres aquí en la tierra nos corregían durante esta corta vida, de la forma que más conveniente les parecía; pero Dios nos corrige para nuestro verdadero provecho, para hacernos santos como él.  Ciertamente ningún castigo es agradable en el momento de recibirlo, sino que duele; pero si uno aprende la lección, obtiene la paz como premio merecido.  Así pues, renovad las fuerzas de vuestras manos cansadas y de vuestras rodillas debilitadas, y buscad el camino derecho, para que sane el pie que está cojo y no se tuerza más.

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.


Mi Padre diseñada para protegerme de esas cosas. Toda Su disciplina tiene como propósito mi santidad y bienestar.  Y aunque a celestial sólo me disciplina y me redarguye con Su Palabra para mi propio bien.  Él no utiliza la enfermedad, las dolencias y los desastres en contra mía, sino que como un buen Padre, Su  disciplina está veces el entrenamiento es muy duro y exigente, luego producirá en mí una abundante cosecha de justicia y paz. Por lo tanto, no estoy desanimado o desalentado, sino fortalecido y animado. A través de la disciplina de Dios puedo caminar por el camino que es Jesucristo lo cual produce en mi vida un perfecto estado de salud y felicidad.

Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén