martes, 22 de noviembre de 2011

El Señor Jesús me ha rescatado del pecado y la muerte.


Jeremías 31:11-14; Gálatas 3:13; Colosenses 2:15; Lucas 10:19; Salmos 1:1-13 149:1-3; Juan 16:22
El Señor rescatará a Jacob, lo rescatará de las manos de una nación más poderosa. Vendrán y cantarán alegres en lo alto de Sión  Estarán radiantes de alegría por la generosidad del Señor: alimento, vino nuevo, aceite fino, ovejas y vacas. Su vida será como un jardín bien regado, y no volverán a marchitarse.  Entonces las jóvenes danzarán alegremente, y los jóvenes junto con los viejos. Yo convertiré su tristeza en alegría; los consolaré y haré que su alegría sea mayor de lo que fue su dolor.  Les daré a los sacerdotes alimentos en abundancia, y colmaré de bienes a mi pueblo. Es la decisión del Señor.

Cristo pagó para librarnos de la maldición de la ley y aceptó estar bajo maldición en lugar de nosotros.  La Escritura dice: maldito todo aquel cuyo cuerpo es colgado en un árbol.

Dios venció a todos los poderes y fuerzas espirituales a través de la cruz, desarmándolos y obligándolos a desfilar derrotados ante el mundo.

Tengan la seguridad de que les he dado autoridad de aplastar escorpiones y serpientes, y autoridad sobre todo el poder del enemigo. Nada les hará daño.

Afortunado el que no sigue el consejo de los perversos, ni el ejemplo de los pecadores, ni se une con los que andan burlándose de todo.  Al contrario, le gusta la enseñanza del Señor y la estudia día y noche.  Será tan fuerte como un árbol plantado junto a corrientes de agua fresca, que da su fruto en el momento adecuado y al que nunca se le caen las hojas. Le irá bien en todo lo que haga.

¡Aleluya!  Canten al Señor una canción nueva; alábenlo en la comunidad de los fieles. Israel, alégrate por tu Creador. Habitantes de Sión, alégrense por su Rey.  Que alaben a Dios con danzas y bellas melodías, al ritmo de panderos e instrumentos de cuerda.

Pasa lo mismo con ustedes. Ahora están tristes, pero los volveré a ver y se pondrán felices. Nadie podrá quitarles esa felicidad.


DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.
El Señor Jesús me ha redimido del poder del enemigo.  Él lo ha despojado de su autoridad sobre mí, y lo ha dejado impotente bajo mis pies.   En la congregación doy gritos de alabanza, de alegría, gozándome en la grandeza de la misericordia de Dios.  Soy como un huerto de riego floreciente con muchas frutas finas.  El dolor ha sido eliminado de mi vida y bailo con gran felicidad en la presencia de mi Padre Celestial.  Escojo la bendición, escojo la alegría, escojo la paz, escojo la Vida y mi corazón está lleno de la riqueza de Dios— ¡El Señor Jesús vive en mí! ¡Aleluya!

Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv