miércoles, 19 de octubre de 2011

El trono del Señor Jesús se Afirma en Justicia.


Proverbios 25:5-7; 1 Pedro 5:5-7; 2 Corintios 6:14; Efesios 2:6-10, 5:1-18
Aparta al malvado de la presencia del rey,  y su trono se afirmará en justicia.  No  te alabes delante del rey  ni te pongas en el lugar de los grandes,  porque mejor es que se te diga: "Sube acá",  y no que seas humillado delante del príncipe   a quien tus ojos han visto.

Igualmente,  jóvenes,  estad sujetos a los ancianos;  y todos,  sumisos unos a otros,  revestíos de humildad,  porque  Dios resiste a los soberbios,  y da gracia a los humildes.  Humillaos,  pues,  bajo la poderosa mano de Dios,  para que él os exalte a su debido tiempo.  Echad toda vuestra ansiedad sobre él,  porque él tiene cuidado de vosotros.

No os unáis en yugo desigual con los incrédulos,  porque  ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia?  ¿Y qué comunión,  la luz con las tinieblas?

Juntamente con él nos resucitó,  y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,  para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús,  porque por gracia sois salvos por medio de la fe;  y esto no de vosotros,  pues es don de Dios. No por obras,  para que nadie se gloríe,  pues somos hechura suya,  creados en Cristo Jesús para buenas obras,  las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.

Sed,  pues,  imitadores de Dios  como hijos amados.  Y andad en amor,  como también Cristo nos amó  y se entregó a sí mismo por nosotros,  ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.    Pero fornicación y toda impureza o avaricia,  ni aun se nombre entre vosotros,  como conviene a santos. Tampoco digáis palabras deshonestas,  ni necedades,  ni groserías que no convienen,  sino antes bien acciones de gracias.  Sabéis esto,  que ningún fornicario o inmundo o avaro,  que es idólatra,  tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas,  porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia.  No seáis,  pues,  partícipes con ellos,  porque en otro tiempo erais tinieblas,  pero ahora sois luz en el Señor;  andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu  es en toda bondad,  justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor.  Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas,  sino más bien reprendedlas,  porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto.  Mas todas las cosas,  cuando son puestas en evidencia por la luz,  son hechas manifiestas,  porque la luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice:   Despiértate,  tú que duermes,   y levántate de los muertos,   y te alumbrará Cristo.  Mirad,  pues,  con diligencia cómo andéis,  no como necios sino como sabios,  aprovechando bien el tiempo,  porque los días son malos.  Por tanto,  no seáis insensatos,  sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.  No os embriaguéis con vino,  en lo cual hay disolución;  antes bien sed llenos del Espíritu.


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

No me asocio con los no creyentes ni con aquellos cuyos caminos no están fijos en el Señor Jesús, tampoco me alabo y tomo posiciones  elevadas en medio de la gente importante.  Mi exaltación viene de Dios.  Soy lo que Dios dice que soy, soy luz en medio de las tinieblas y hare mi parte en esta vida, trabajando duro para avanzar Su reino, y humildemente aceptar cualquier posición que el Señor Jesus decida darme.


Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan
3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv