miércoles, 22 de junio de 2011

Permanezco fiel al Señor Jesús.


Josué 23: 7-14; 2 Corintios 1:20; 6:14; Juan 1:12; Deuteronomio 32:30

No se mezclen con las naciones que aún quedan entre ustedes. No rindan culto a sus dioses ni juren por ellos. Permanezcan fieles a Dios, como lo han hecho hasta ahora. El Señor ha expulsado a esas grandes naciones que se han enfrentado con ustedes, y hasta ahora ninguna de ellas ha podido resistirlos.   Uno solo de ustedes hace huir a mil enemigos, porque el Señor pelea por ustedes, tal como lo ha prometido. Hagan, pues, todo lo que está de su parte para amar al Señor su Dios. Porque si ustedes le dan la espalda a Dios y se unen a las naciones que aún quedan entre ustedes, mezclándose y formando matrimonios con ellas,  tengan por cierto que el Señor su Dios no expulsará de entre ustedes a esas naciones. Por el contrario, ellas serán como red y trampa contra ustedes, como látigos en sus espaldas y espinas en sus ojos, hasta que ustedes desaparezcan de esta buena tierra que el Señor su Dios les ha entregado.  "Por mi parte, yo estoy a punto de ir por el camino que todo mortal transita. Ustedes bien saben que ninguna de las buenas promesas del Señor su Dios ha dejado de cumplirse al pie de la letra. Todas se han hecho realidad, pues él no ha faltado a ninguna de ellas.  NVI

·        Todas las promesas que ha hecho Dios son "sí" en Cristo. Así que por medio de Cristo respondemos " amén" para la gloria de Dios.   NVI

·        No formen yunta con los incrédulos. ¿Qué tienen en común la justicia y la maldad? ¿O qué comunión puede tener la luz con la oscuridad? NVI

·        Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios.  NVI

·        ¿Cómo podría un hombre perseguir a mil si su Roca no los hubiera vendido? ¿Cómo podrían dos hacer huir a diez mil si el Señor no los hubiera entregado?  NVI
   
DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

No me mezclo, ni  combino, o adopto como compañero (amigo)  a incrédulos.  Sé que la mala conducta corrompe las buenas costumbres.  Soy un ejemplo para el mundo, no un compañero del mundo.  Soy un hijo nacido de nuevo del Dios Viviente.  Abrazo a mi Padre Celestial, y me aferro a El continuamente.  El Señor Jesús ha quitado al enemigo de delante de mí y lo ha hecho para que nadie tenga la capacidad de enfrentarme.   Dios lucha por mí en todas mis batallas,  como El me lo prometió en Su solemne juramento.  Un millar de mis enemigos huyen delante de mí en una sola batalla.   No me mezclo con los no creyentes.  No voy a permitir que sus dudas e incredulidad se conviertan en una trampa para mí,  ni voy a permitir que su influencia me roben mi sanidad, paz y prosperidad.  Sé que la abominación que ponen delante de mis ojos sólo me hace tropezar en mí caminar con Dios.  Soy muy cuidadoso para fijar mi amor en mi Padre Celestial, con un corazón puro y sincero.  Me comprometo totalmente al Señor Jesús y Él cumple Su promesa en mí.


Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.