jueves, 10 de mayo de 2012

El Señor Jesús ha puesto en mi corazón a Su Espíritu.


Ezequiel 11:17-20; Salmo 105:45; Tito 3:5; Romanos 5:10; 6:14; Juan 10:10; Gálatas 4:5-6

Adviérteles también que así dice el Señor omnipotente: Yo los reuniré de entre las naciones; los juntaré de los países donde han estado dispersos, y les daré la tierra de Israel. Ellos volverán a su tierra y echarán de allí a los ídolos detestables y pondrán fin a las prácticas repugnantes. Yo les daré un corazón íntegro, y pondré en ellos un espíritu renovado. Les arrancaré el corazón de piedra que ahora tienen, y pondré en ellos un corazón de carne,  para que cumplan mis decretos y pongan en práctica mis leyes. Entonces ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios.


Para que ellos observaran sus preceptos y pusieran en práctica sus leyes. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

Él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia sino por su misericordia. Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo.

Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su vida!

 Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, porque ya no están bajo la ley sino bajo la gracia.

El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.

Para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos.   Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: "¡Abba! ¡Padre!


DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

He sido reconciliado con Dios.
Jesús me ha dado un espíritu nuevo y ahora tengo un corazón sin divisiones y dedicado a Su voluntad. Ya no tengo un corazón de piedra, frio, gobernado por el diablo, sino que Dios me ha dado un corazón de carne, lleno de la vida de Dios.  Como hijo nacido de nuevo en Jesús, ahora puedo vivir libre de pecado. Todas las cosas que en mi vida deshonraban Su Nombre han sido quitadas.  Y me mantengo en la ley del amor, que es la perfecta ley de la libertad, para mi vida.  Vivo cada día en plena conciencia de que soy hijo de Dios y que Él es mi Padre.


Si no has recibido a  Jesús tú Señor, te invito a  hacer  la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

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