domingo, 19 de junio de 2011

Tomemos lo que el Señor Jesús nos da


Números 13:30-33; Romanos 8:37; Marcos 9:23; Números 14:8

Caleb hizo callar al pueblo ante Moisés, y dijo: —Subamos a conquistar esa tierra. Estoy seguro de que podremos hacerlo. Pero los que habían ido con él respondieron: —No podremos combatir contra esa gente. ¡Son más fuertes que nosotros!  Y comenzaron a esparcir entre los israelitas falsos rumores acerca de la tierra que habían explorado. Decían: —La tierra que hemos explorado se traga a sus habitantes, y los hombres que allí vimos son enormes.  ¡Hasta vimos anaquitas! Comparados con ellos, parecíamos langostas, y así nos veían ellos a nosotros.

·        Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
·        ¿Cómo que si puedo? Para el que cree, todo es posible.
·        Si el Señor se agrada de nosotros, nos hará entrar en ella. ¡Nos va a dar una tierra donde abundan la leche y la miel!

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS

Soy muy capaz de tomar la tierra que el Señor Jesús me ha llamado a tomar.  Él más Grande está dentro de mí, y fuera de Él, no hay ninguno que sea más fuerte que yo.  Me como los gigantes para el desayuno. Esos formidables enemigos que el diablo tiene desplegados contra no son más que molestos insectos.  Aunque los habitantes de la tierra sean fuertes ante los ojos del mundo, no representan ningún problema para mí.  ¡Soy un hijo del pacto del Dios Vivo!  ¡No soy un saltamontes! ¡Yo soy más que vencedor en Cristo Jesús!


Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.