He nacido de Dios por la Sangre del Señor.
Hosanna en las Alturas, Jesús es el Señor
1 Juan 5:18-20; Juan 1:12-13;
3:3; 8:44; 17:20-26; Romanos 8:14-17, 28-30; Job 1:10; Salmo 91:10-13; Gálatas
1:4; 4:4-6; Mateo 28:20; 1 Corintios 1:30; 2:6-16; 1 Juan 2:20, 27; 5:11-12
Sabemos que todo aquel que ha
nacido de Dios no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios lo
guarda y el maligno no lo toca. Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno. Pero
sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para conocer
al que es verdadero; y estamos en el
verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna.
Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio
potestad de ser hechos hijos de Dios. Estos no nacieron de sangre, ni por
voluntad de carne, ni por voluntad de varón, sino de Dios.
Le respondió Jesús: De cierto, de
cierto te digo que el que no nace de nuevo
no puede ver el reino de Dios.
Pero a mí, que digo la
verdad, no me creéis.
Pero no ruego solamente por estos,
sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,
para que todos sean uno; como tú, Padre,
en mí y yo en ti, que también
ellos sean uno en nosotros, para que el
mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú
en mí, para que sean perfectos en
unidad, para que el mundo conozca que tú
me enviaste, y que los has amado a ellos
como también a mí me has amado. Padre,
aquellos que me has dado, quiero
que donde yo esté, también ellos estén
conmigo, para que vean mi gloria que me
has dado, pues me has amado desde antes
de la fundación del mundo. Padre justo,
el mundo no te ha conocido, pero
yo te he conocido, y estos han conocido
que tú me enviaste. Les he dado a
conocer tu nombre y lo daré a conocer aún,
para que el amor con que me has amado esté en ellos y yo en ellos.
Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios, pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el Espíritu de
adopción, por el cual clamamos:
"¡Abba, Padre!" El Espíritu mismo da testimonio a nuestro
espíritu, de que somos hijos de Dios. Y
si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo, si es que padecemos juntamente
con él, para que juntamente con él
seamos glorificados.
Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto
es, a los que conforme a su propósito
son llamados. A los que antes conoció,
también los predestinó para que
fueran hechos conformes a la imagen de su Hijo,
para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que
predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó.
Palabra de Apoyo:
Salmo 91:10-13; Gálatas 1:4; 4:4-6; Mateo 28:20; 1
Corintios 1:30; 2:6-16; 1 Juan 2:20, 27; 5:11-12
DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A
LA PALABRA DE DIOS.
He
nacido de Dios, por lo tanto, ya no sigo
viviendo una vida de pecado. Mi Hermano Mayor,
el primogénito de la familia es quien me mantiene a salvo, y el diablo no puede
tocarme. Sé que soy hijo de Dios y que
todo el mundo a mi alrededor, que no pertenece a la familia de Dios, está bajo
el poder del maligno. Sé también que el Señor
Jesús vino y que Él está conmigo ahora mismo. Él me ha dado la capacidad de comprender la verdad. Él es el Único y Verdadero Dios, y tengo un
conocimiento profundo e íntimo de El. Estoy en Él y Él está en mí. Él es mi
Señor y mi Salvador. El es el Dios Verdadero y la vida eterna.
Si no has
recibido a Jesús tú Señor simplemente
has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre
Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que
Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,
serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el
Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16;
Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en
otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu
Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste
de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo
Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra
te bendice favor de hacérmelo saber.