viernes, 16 de marzo de 2012

He nacido de Dios por la Sangre del Señor.


He nacido de Dios por la Sangre del Señor.

 Hosanna en las Alturas, Jesús es el Señor 


1 Juan 5:18-20; Juan 1:12-13; 3:3; 8:44; 17:20-26; Romanos 8:14-17, 28-30; Job 1:10; Salmo 91:10-13; Gálatas 1:4; 4:4-6; Mateo 28:20; 1 Corintios 1:30; 2:6-16; 1 Juan 2:20, 27; 5:11-12
Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios lo guarda y el maligno no lo toca. Sabemos que somos de Dios,  y el mundo entero está bajo el maligno. Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero;  y estamos en el verdadero,  en su Hijo Jesucristo.  Este es el verdadero Dios y la vida eterna.
Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Estos no nacieron de sangre, ni por voluntad de carne, ni por voluntad de varón, sino de Dios.

Le respondió Jesús: De cierto,  de cierto te digo que el que no nace de nuevo  no puede ver el reino de Dios.

Pero a mí,  que digo la verdad,  no me creéis.

Pero no ruego solamente por estos,  sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno;  como tú,  Padre,  en mí y yo en ti,  que también ellos sean uno en nosotros,  para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado la gloria que me diste,  para que sean uno,  así como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí,  para que sean perfectos en unidad,  para que el mundo conozca que tú me enviaste,  y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. Padre,  aquellos que me has dado,  quiero que donde yo esté,  también ellos estén conmigo,  para que vean mi gloria que me has dado,  pues me has amado desde antes de la fundación del mundo. Padre justo,  el mundo no te ha conocido,  pero yo te he conocido,  y estos han conocido que tú me enviaste.  Les he dado a conocer tu nombre y lo daré a conocer aún,  para que el amor con que me has amado esté en ellos y yo en ellos.

Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,  son hijos de Dios, pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor,  sino que habéis recibido el Espíritu de adopción, por el cual clamamos:  "¡Abba,  Padre!"  El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu,  de que somos hijos de Dios. Y si hijos,  también herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo,  si es que padecemos juntamente con él,  para que juntamente con él seamos glorificados.

Sabemos,  además,  que a los que aman a Dios,  todas las cosas los ayudan a bien, esto es,  a los que conforme a su propósito son llamados. A los que antes conoció,  también los predestinó  para que fueran hechos conformes a la imagen de su Hijo,  para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó,  a estos también llamó;  y a los que llamó,  a estos también justificó;  y a los que justificó,  a estos también glorificó.

Palabra de Apoyo:
Salmo 91:10-13; Gálatas 1:4; 4:4-6; Mateo 28:20; 1 Corintios 1:30; 2:6-16; 1 Juan 2:20, 27; 5:11-12

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

He nacido de Dios, por lo tanto, ya  no sigo viviendo una vida de pecado.  Mi Hermano Mayor, el primogénito de la familia es quien me mantiene a salvo, y el diablo no puede tocarme.  Sé que soy hijo de Dios y que todo el mundo a mi alrededor, que no pertenece a la familia de Dios, está bajo el poder del maligno.  Sé también que el Señor Jesús vino y que Él está conmigo ahora mismo. Él me ha dado  la capacidad de comprender la verdad.  Él es el Único y Verdadero Dios, y tengo un conocimiento profundo e íntimo de El. Estoy en Él y Él está en mí. Él es mi Señor y mi Salvador. El es el Dios Verdadero y la vida eterna.
  
Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

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