domingo, 23 de octubre de 2011

He sido justificado por la fe en el Señor Jesús.


Gálatas 2:16-21; 1 Tesalonicenses 2:4; 1 Corintios 15:1 Efesios 3:3-5 Mateo 13:11, 15-16 16:13-18; Juan 6:44 
Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo,  nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.  Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera.  Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago.  Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios.  Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.  No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.

Sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones.

Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis

Que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente,   leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu:

El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.

Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente,  Y han cerrado sus ojos;  Para que no vean con los ojos,  Y oigan con los oídos,  Y con el corazón entiendan,  Y se conviertan,  Y yo los sane.  Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.

Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?   Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?  Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.   Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.  Y yo también te digo, que tú eres Pedro,  y sobre esta roca  edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.

Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.



DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS


No estoy tratando de ganar la aprobación de los hombres, porque tengo la de Dios a través del Señor Jesus. No debo preocuparme por lo que los hombres piensen de mí, sino que lo más importante es lo que Dios piensa de mí.  El Evangelio que predico no es algo que los hombres han hecho, tampoco es algo que ha sido revelado a través de la sabiduría de los hombres,  sino por la revelación del Espíritu Santo en el conocimiento del Señor Jesús, mi Dios y Salvador.


Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan
3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv