martes, 15 de noviembre de 2011

Todo aquel que confiese que Jesús es el Señor.


1 Juan 4:15-18, 2:28, 4:7, 5:1, 10-12; 1 Pedro 5:5-7; Hebreos 10:14-17
Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios,  Dios permanece en Él y Él en Dios.   Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros.  Dios es amor,  y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios en él.    En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros,  para que tengamos confianza en el día del juicio,  pues como él es,  así somos nosotros en este mundo.   En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor,  porque el temor lleva en sí castigo.  De donde el que teme,  no ha sido perfeccionado en el amor.
Ahora,  hijitos,  permaneced en él,  para que cuando se manifieste,  tengamos confianza,  para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados.

Amados,  amémonos unos a otros,  porque el amor es de Dios.  Todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios.

Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo es nacido de Dios;  y todo aquel que ama al que engendró ama también al que ha sido engendrado por él.

El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo;  el que no cree a Dios,  lo ha hecho mentiroso,  porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.  Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida;  el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.

Igualmente,  jóvenes,  estad sujetos a los ancianos;  y todos,  sumisos unos a otros,  revestíos de humildad,  porque  Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.
Humillaos,  pues,  bajo la poderosa mano de Dios,  para que él os exalte a su debido tiempo.  Echad toda vuestra ansiedad sobre él,  porque él tiene cuidado de vosotros.

Y así,  con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. El Espíritu Santo nos atestigua lo mismo,  porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días,  dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré, añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.

DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Creo y confieso que Jesús es el Hijo de Dios, por lo tanto, Dios permanece en mí y yo en Él.  Confío en el amor que Dios tiene para mí. Dios es amor. Como vivo en Dios, vivo en el amor, y Dios vive en mí. El amor de Dios me ha perfeccionado, así que tengo confianza para el Día del Juicio. Como Él es, así soy en este mundo. Él es mi ejemplo y mi vida. Me propongo, con todo mi corazón para ser como Él es en todas las formas posibles. Por lo tanto, no voy a tener ningún miedo, temor,  preocupación, o ansiedad, éstas no podrán entrar en mi vida, porque no hay temor en el amor. El perfecto amor que está dentro de mí expulsa el temor, porque en todos los casos, el miedo tiene que ver con el castigo o tormento de un tipo u otro. No hay porqué temer al castigo de la maldición, el juicio por mis pecados, o el castigo eterno en el infierno, ¡porque he sido redimido! Dios está de mi lado en todas y cada circunstancia. Él siempre está conmigo, y nunca en mí contra mía. Voy a saludar a la muerte con alegría cuando mis días estén completos. Será el regreso a casa que he anhelado. Entonces, ¿qué he de temer? Como estoy en Dios, y me ha perfeccionado el amor, el miedo es absolutamente ridículo para mí.

Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv