lunes, 21 de marzo de 2011

La Semilla De La Palabra De Dios.


Marcos 4:26-32
Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra. Duerma y vele, de noche y de día, la semilla brota y crece sin que él sepa cómo, porque de por sí lleva fruto la tierra: primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado. Decía también: ¿A qué compararemos el reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra, pero después de sembrado crece y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra.

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Mi Padre celestial ha puesto la Semilla de su Palabra en mis manos y yo soy fiel y diligente en sembrarla en mi corazón (espíritu).  Mi trabajo consiste en leerla, meditarla, creerla,  declararla, y hacerla constantemente. Cualquier necesidad que tenga, ya sea para la sanidad, la paz, la prosperidad, la alegría, o cualquier cosa que el Señor Jesús me prometió en Su palabra,  la recibo como si se tratara de una semilla de mostaza.  A pesar de que mis circunstancias sean diferentes a lo que espero cosechar,  una vez que Su Palabra ha sido sembrada en mi corazón, sé que la cosecha llegará a Su debido tiempo.  Por lo tanto, siembro la promesa (la semilla) y a través de la fidelidad y diligencia que pongo en ella (meditando sobre ella y hablándola a mi vida)  de forma continúa para hacerla crecer y aumentar hasta que sus raíces han superado todo lo que había sido sembrado y se establece en mí. Como ramas hacia fuera, llenan toda mi vida de la realidad de Su verdad, por lo tanto soy fiel y diligente, en creer y hablar con fe la Palabra de Dios en mi vida. La Palabra dentro de mí crece y crece hasta que tenga una cosecha sobreabundante donde alcanza para compartir con otros que necesitan y ofrecerles un lugar de refugio y descanso en el Señor Jesús, quien es La Palabra Viva y Eficaz.

Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él,  porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo,  Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.

Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:

Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús.  Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).

 Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).  Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.