Joel 3: 9-10; 1 Corintios 15:57; Efesios 6:10-18; 2 Timoteo 1:6-7; Filipenses 3:12-14
Proclamen esto entre las naciones: ¡Prepárense para la batalla! ¡Movilicen a los soldados! ¡Alístense para el combate todos los hombres
de guerra! Forjen espadas con los
azadones y hagan lanzas con las
hoces. Que diga el cobarde: "¡Soy
un valiente!"
¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor
Jesucristo!
Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor. Pónganse toda la armadura de Dios para que
puedan hacer frente a las artimañas del diablo. Porque nuestra lucha no es
contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra
potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales
malignas en las regiones celestiales. Por lo tanto, pónganse toda la armadura
de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con
firmeza. Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, protegidos
por la coraza de justicia, y calzados con la disposición de proclamar el
evangelio de la paz. Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual
pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno. Tomen el casco de la salvación
y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Oren en el Espíritu en
todo momento, con peticiones y ruegos. Manténganse alerta y perseveren en
oración por todos los santos. Oren también por mí para que, cuando hable, Dios
me dé las palabras para dar a conocer con valor el misterio del evangelio
Por eso te recomiendo que avives la llama del don de Dios que recibiste
cuando te impuse las manos. Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez,
sino de poder, de amor y de dominio propio.
No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin
embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me
alcanzó a mí. Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien,
una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que
está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece
mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.
DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE
DIOS.
A pesar que mi
victoria ha sido sellada y la lucha por mi libertad se ha acabado, todavía
existe una guerra espiritual y he determinado ganarla. Me preparo para la
batalla diaria, me mantengo en un estado de vigilancia permanente. Cuando el
enemigo levanta su fea cabeza, yo lo ataco sin piedad con La Palabra de Dios
que es mi espada de doble filo. La declaro con fe ante cualquier circunstancia.
No voy a permitir que las debilidades, errores, o locura de mi pasado me
detengan. Me paro firme y creo que soy lo que Dios dice que soy: ¡Soy fuerte en
el Señor Jesús y en el poder de Su fuerza!
¡El enemigo está derrotado, mi Señor Jesús ya lo venció!
Si no has
recibido a Jesús tú Señor simplemente
has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre
Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que
Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,
serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el
Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16;
Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en
otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu
Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste
de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo
Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra
te bendice favor de hacérmelo saber.
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