Salmo 144:12-15; Proverbios 3:9-10; Salmo 1:1-3;
33:12; 91:1-2; 128:3; Isaías 46:4; 61:1-3; Deuteronomio 4:39-40; 3 Juan 2-3
Que nuestros hijos,
en su juventud, crezcan como plantas frondosas; que sean nuestras hijas
como columnas esculpidas para adornar un palacio. Que nuestros graneros se
llenen con provisiones de toda especie.
Que nuestros rebaños aumenten por millares, por decenas de millares en
nuestros campos. Que nuestros bueyes arrastren cargas pesadas; que no haya
brechas ni salidas, ni gritos de angustia en nuestras calles. ¡Dichoso el
pueblo que recibe todo esto! ¡Dichoso el
pueblo cuyo Dios es el Señor!
Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus
cosechas. Así tus graneros se llenarán
a reventar y tus bodegas rebosarán de vino nuevo.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene
en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que
en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol
plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus
hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que escogió por su
heredad.
El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso.
Yo le digo al Señor: "Tú eres mi
refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío."
En el seno de tu hogar, tu esposa será como vid llena de uvas; alrededor
de tu mesa, tus hijos serán como vástagos de olivo.
Aun en la vejez, cuando ya peinen canas, yo seré el mismo, yo los
sostendré. Yo los hice, y cuidaré de ustedes; los sostendré y los libraré.
El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido
para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones
heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros, a
pregonar el año del favor del Señor y el día de la venganza de nuestro Dios, a
consolar a todos los que están de duelo, y a confortar a los dolientes de Sión.
En vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de
espíritu de desaliento. Serán llamados robles de justicia, plantío del Señor,
para mostrar su gloria.
Reconoce y considera seriamente hoy que el Señor es Dios arriba en el
cielo y abajo en la tierra, y que no hay otro.
Obedece sus preceptos y normas que hoy te mando cumplir. De este modo a
ti y a tus descendientes les irá bien, y permanecerán mucho tiempo en la tierra que el
Señor su Dios les da para siempre.
Querido hermano, oro para que te vaya bien en todos tus asuntos y goces
de buena salud, así como prosperas
espiritualmente. Me alegré mucho cuando vinieron unos hermanos y dieron
testimonio de tu fidelidad, y de cómo estás poniendo en práctica la verdad. Nada
me produce más alegría que oír que los hijos Dios practican la verdad.
DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS
Mis hijos son como plantas al cuidado del Señor
Jesús, el Gran Maestro de los agricultores. El Señor Jesús el Ungido de Dios les
da el crecimiento espiritual a lo largo de sus días. Mis hijas son como columnas esculpidas que
adornan la casa de Dios y son como monumentos que irradian el resplandor de la
gloria del Señor Jesús mi Dios. Mis alacenas están llenas hasta rebosar de todo
tipo de provisión. Todo lo que produzco aumenta continuamente por miles y
decenas de miles. Mis camiones traen carga pesada llena de la abundancia de mi
cosecha. Estoy cubierto bajo el manto de Dios y no hay pérdidas de mis
cosechas. Nunca estaré en cautividad o gritaré por el peligro en las calles. Mi
Padre Celestial es el Señor de los Ejércitos. Y bajo guía del Espíritu Santo, constantemente
en torno a Su protección, me mantendré sano, feliz y próspero todos los días de
mi vida. Soy dichoso en el Señor Jesús. Aleluya. Aleluya. Amen.
Si no has
recibido a Jesús tú Señor, te invito a hacer la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo
será tu Salvador:
Padre
Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que
Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,
serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el
Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16;
Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en
otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu
Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste
de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo
Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra
te bendice favor de hacérmelo saber.
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