Salmo 119:9-24; Deuteronomio 28:1; Josué 1:8; 1 Corintios 2:6-16; Isaías 46:2; 2 Crónicas 15:15; Lucas 2:19
¿Con qué limpiará el joven su
camino? ¡Con guardar tu palabra! Con
todo mi corazón te he buscado; no me dejes desviar de tus mandamientos. En mi
corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti. ¡Bendito tú, Jehová! ¡Enséñame tus estatutos! Con mis
labios he contado todos los juicios de
tu boca. Me he gozado en el camino de
tus testimonios más que de toda riqueza.
En tus mandamientos meditaré; consideraré tus caminos. Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidaré
de tus palabras. Haz bien a tu siervo;
que viva y guarde tu palabra. Abre mis ojos y miraré las maravillas de tu Ley. Forastero soy yo en la tierra; no encubras de mí tus mandamientos. Quebrantada está mi alma de desear tus juicios
en todo tiempo. Reprendiste a los soberbios,
los malditos, que se desvían de tus mandamientos. Aparta de mí la deshonra y el menosprecio, porque he guardado tus testimonios. Príncipes
también se sentaron y hablaron contra mí; mas tu siervo meditaba en tus
estatutos, pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros.
Acontecerá que si oyes
atentamente la voz de Jehová, tu
Dios, para guardar y poner por obra
todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy,
también Jehová, tu Dios, te exaltará sobre todas las naciones de la
tierra.
Nunca se apartará de tu
boca este libro de la Ley, sino que de
día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo
que está escrito en él, porque entonces
harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien.
Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han
alcanzado madurez en la fe; no la
sabiduría de este mundo ni de los poderosos de este mundo, que perecen. Pero
hablamos sabiduría de Dios en misterio,
la sabiduría oculta que Dios predestinó antes de los siglos para nuestra
gloria, la cual ninguno de los poderosos
de este mundo conoció, porque si la
hubieran conocido, nunca habrían
crucificado al Señor de la gloria. Antes
bien, como está escrito: Cosas que ojo
no vio ni oído oyó ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha
preparado para los que lo aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el
Espíritu, porque el Espíritu todo lo
escudriña, aun lo profundo de Dios, porque ¿quién de entre los hombres conoce las cosas
del hombre, sino el espíritu del hombre
que está en él? Del mismo modo, nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del
mundo, sino el Espíritu que proviene de
Dios, para que sepamos lo que Dios nos
ha concedido. De estas cosas
hablamos, no con palabras enseñadas por
la sabiduría humana, sino con las que
enseña el Espíritu, acomodando lo
espiritual a lo espiritual. Pero el
hombre natural no percibe las cosas que
son del Espíritu de Dios, porque para él
son locura; y no las puede
entender, porque se han de discernir
espiritualmente. En cambio, el espiritual juzga todas las cosas, sin que él sea juzgado por nadie. ¿Quién
conoció la mente del Señor? ¿Quién lo
instruirá? Pues bien, nosotros tenemos la mente de Cristo.
No gritará,
no alzará su voz ni la hará oír
en las calles.
Todos los de Judá se
alegraron de este juramento; porque de
todo su corazón lo juraban, y con toda
su voluntad lo buscaban. Por eso Jehová
se dejó hallar de ellos y les dio paz por todas partes.
Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
DECLARACION
DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.
Guardo mi camino puro ante
el Señor Jesus y hago los preceptos que la Palabra de Dios me manda, guardo Sus
preceptos dentro de mi corazón y me niego a alejarme de Sus caminos. El señor Jesús
me enseña y me da la relevancia práctica de su Palabra. Mis labios hablan de Su
ley y medito en ella continuamente. Me
regocijo en Sus estatutos como cuando uno se alegra en el descubrimiento de un
gran tesoro. Todos los días hago tiempo para la Palabra de Dios, teniendo mucho
cuidado de no descuidarla. Medito en ella y Dios me da el conocimiento por iluminación
de Su Espíritu, amplio mis horizontes y me da una recompensa mayor. Sé y entiendo que sólo cosas buenas se
preparan para mí y, a través de la obediencia a la Palabra, voy a vivir una
vida larga, plena y satisfactoria. Cada minuto de cada día, Su palabra va
delante de mí. Estoy totalmente convencido y vivo para mi Señor Jesús, en El vivo libre de reproche y de maldición. Todo
desdén y desprecio se va de mí porque me deleito en la Palabra de Dios. Que los
burladores y calumniadores digan lo que quieran, pero yo no me apartare de la meditación y el
consejo seguro de mi Señor Jesús y por ello soy bendecido en todo lo que hago.
Si no has recibido a Jesús tú Señor simplemente has la siguiente
oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti
en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre
del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor,
y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo»
(Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo
venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del
Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra.
Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre
los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como
lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección:
enriqueibarra.@integra.com.sv
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