martes, 29 de noviembre de 2011

La Palabra del Señor Jesús es mi Camino.


Salmo 119:9-24; Deuteronomio 28:1; Josué 1:8; 1 Corintios 2:6-16; Isaías 46:2; 2 Crónicas 15:15; Lucas 2:19 

¿Con qué limpiará el joven su camino?  ¡Con guardar tu palabra! Con todo mi corazón te he buscado; no me dejes desviar de tus mandamientos. En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti. ¡Bendito tú,  Jehová! ¡Enséñame tus estatutos! Con mis labios he contado  todos los juicios de tu boca.  Me he gozado en el camino de tus testimonios  más que de toda riqueza. En tus mandamientos meditaré; consideraré tus caminos.  Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras. Haz bien a tu siervo;  que viva y guarde tu palabra.  Abre mis ojos y miraré  las maravillas de tu Ley.   Forastero soy yo en la tierra;  no encubras de mí tus mandamientos.  Quebrantada está mi alma de desear tus juicios en todo tiempo. Reprendiste a los soberbios,  los malditos,   que se desvían de tus mandamientos.  Aparta de mí la deshonra y el menosprecio,  porque he guardado tus testimonios. Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí; mas tu siervo meditaba en tus estatutos, pues tus testimonios son mis delicias  y mis consejeros.

Acontecerá que si oyes atentamente la voz de Jehová,  tu Dios,  para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy,  también Jehová,  tu Dios,  te exaltará sobre todas las naciones de la tierra.

Nunca se apartará de tu boca este libro de la Ley,  sino que de día y de noche meditarás  en él,  para que guardes y hagas conforme a todo lo que está escrito en él,  porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien.

Sin embargo,  hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez en la fe;  no la sabiduría de este mundo ni de los poderosos de este mundo, que perecen. Pero hablamos sabiduría de Dios en misterio,  la sabiduría oculta que Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria,  la cual ninguno de los poderosos de este mundo conoció,  porque si la hubieran conocido,  nunca habrían crucificado al Señor de la gloria.  Antes bien,  como está escrito: Cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu,  porque el Espíritu todo lo escudriña,  aun lo profundo de Dios, porque  ¿quién de entre los hombres conoce las cosas del hombre,  sino el espíritu del hombre que está en él?  Del mismo modo,  nadie conoció las cosas de Dios,  sino el Espíritu de Dios.  Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo,  sino el Espíritu que proviene de Dios,  para que sepamos lo que Dios nos ha concedido.   De estas cosas hablamos,  no con palabras enseñadas por la sabiduría humana,  sino con las que enseña el Espíritu,  acomodando lo espiritual a lo espiritual.  Pero el hombre natural  no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios,  porque para él son locura;  y no las puede entender,  porque se han de discernir espiritualmente.  En cambio,  el espiritual juzga todas las cosas,  sin que él sea juzgado por nadie. ¿Quién conoció la mente del Señor?  ¿Quién lo instruirá?  Pues bien,  nosotros tenemos la mente de Cristo.

No gritará,  no alzará su voz  ni la hará oír en las calles.

Todos los de Judá se alegraron de este juramento;  porque de todo su corazón lo juraban,  y con toda su voluntad lo buscaban.  Por eso Jehová se dejó hallar de ellos y les dio paz por todas partes.

Pero María guardaba todas estas cosas,  meditándolas en su corazón.

DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Guardo mi camino puro ante el Señor Jesus y hago los preceptos que la Palabra de Dios me manda, guardo Sus preceptos dentro de mi corazón y me niego a alejarme de Sus caminos. El señor Jesús me enseña y me da la relevancia práctica de su Palabra. Mis labios hablan de Su ley y medito en ella continuamente.  Me regocijo en Sus estatutos como cuando uno se alegra en el descubrimiento de un gran tesoro. Todos los días hago tiempo para la Palabra de Dios, teniendo mucho cuidado de no descuidarla. Medito en ella y Dios me da el conocimiento por iluminación de Su Espíritu, amplio mis horizontes y me da una recompensa mayor.  Sé y entiendo que sólo cosas buenas se preparan para mí y, a través de la obediencia a la Palabra, voy a vivir una vida larga, plena y satisfactoria. Cada minuto de cada día, Su palabra va delante de mí. Estoy totalmente convencido y vivo para mi Señor Jesús,  en El vivo libre de reproche y de maldición. Todo desdén y desprecio se va de mí porque me deleito en la Palabra de Dios. Que los burladores y calumniadores digan lo que quieran,  pero yo no me apartare de la meditación y el consejo seguro de mi Señor Jesús y por ello soy bendecido en todo lo que hago.

Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv

No hay comentarios:

Publicar un comentario