Jeremías 17:7-8;
Salmo 1:1-3; Proverbios 3:3-10; Josué 1:5-9; Juan 15:1-8
"Bendito el
hombre que confía en el Señor, y pone su confianza en él. Será como un árbol
plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que
llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes. En época de sequía no se
angustia, y nunca deja de dar fruto."
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene
en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que
en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol
plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus
hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!
Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos siempre alrededor
de tu cuello y escríbelos en el libro de tu corazón. Contarás con el favor de
Dios y tendrás buena fama entre la gente. Confía en el Señor de todo corazón, y
no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará
tus sendas. No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al Señor y huye
del mal. Esto infundirá salud a tu cuerpo y fortalecerá tu ser. Honra al Señor
con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas. Así tus graneros se llenarán a reventar y tus
bodegas rebosarán de vino nuevo.
Durante todos los días de tu vida, nadie será capaz de enfrentarse a ti.
Así como estuve con Moisés, también estaré contigo; no te dejaré ni te
abandonaré. Sé fuerte y valiente, porque
tú harás que este pueblo herede la tierra que les prometí a sus antepasados. Sólo te pido que tengas mucho valor y firmeza
para obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella
para nada; sólo así tendrás éxito dondequiera que vayas. Recita siempre el libro de la ley y medita en
él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así
prosperarás y tendrás éxito. Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No
tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera
que vayas.
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Toda rama que en mí no da fruto, la corta;
pero toda rama que da fruto la poda para que dé más fruto todavía. Ustedes ya
están limpios por la palabra que les he comunicado. Permanezcan en mí, y yo permaneceré en
ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que
permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en
mí. Yo soy la vid y ustedes son las
ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí
no pueden ustedes hacer nada. El que no permanece en mí es desechado y se seca,
como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se queman. Si permanecen en mí y mis palabras permanecen
en ustedes, lo que quieran pedir se les concederá. Mi Padre es glorificado
cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos.
DECLARACIÓN DE FE
DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.
Confío en el Señor Jesús con todo mi corazón
y mantengo toda mi confianza con sagacidad en Su Palabra porque es la verdad para mi vida. Soy
como un árbol plantado junto a agua pura
que extiende sus raíces hasta los bordes de las corrientes. No temo al
calor que pueda venir, porque mis hojas siempre permanecen verdes. No me verán estresado, ni con ansiedad –
aunque sea tiempo de sequía-- porque el Señor Jesús es mi fuente y nunca dejaré
de dar frutos.
Si no has
recibido a Jesús tú Señor, te invito a hacer la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo
será tu Salvador:
Padre
Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que
Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,
serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el
Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16;
Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en
otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu
Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste
de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo
Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra
te bendice favor de hacérmelo saber.
No hay comentarios:
Publicar un comentario