Salmo 105:42-45; Deuteronomio 4:1; 6:1-7; 28:1-14; Génesis 15:13 Josué 11:16-23; Salmo 119:11
Dios recordó la promesa sagrada que había hecho a su
siervo Abraham. Dios sacó a su pueblo elegido; salieron felices dando gritos de
alegría. Luego, le dio a su pueblo la tierra en que otros vivían; recibieron lo
que otros habían trabajado. Dios hizo esto para que su pueblo obedeciera sus leyes
y enseñanzas. ¡Alabado sea el Señor!
Ahora, pueblo de Israel, presten atención a las normas
y leyes que yo les estoy enseñando. Obedézcanlas para que puedan seguir con
vida, y así entrar y ocupar la tierra que les da el Señor, el Dios de sus
antepasados.
Estas son las enseñanzas, normas y leyes que el Señor
su Dios me mandó enseñarles. Obedézcanlas en el territorio que ustedes están a
punto de ocupar. De esa forma mostrarán
ustedes respeto al Señor su Dios. Si ustedes, sus hijos y sus nietos obedecen
las leyes y mandamientos de Dios que les doy, tendrán larga vida. Escucha, Israel, y obedece fielmente estas
leyes para que prosperes y te conviertas en una nación muy numerosa, como el
Señor, el Dios de tus antepasados, te prometió. La tierra que vas a ocupar
rebosa de leche y miel. Escucha,
¡Israel! El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno. Ama al Señor nuestro Dios con todo tu corazón,
con toda tu alma y con toda tu fuerza. Recuerda
siempre estos mandamientos que te doy hoy. Enséñaselos a tus hijos y háblales sobre ellos
cuando estés en tu casa, cuando camines, cuando te acuestes y cuando te
levantes.
Si obedeces completamente la voz del Señor tu Dios al seguir
fielmente todos sus mandamientos que te mando hoy, entonces el Señor tu Dios te
hará la nación más importante de todas. Gozarás
de todas estas bendiciones si obedeces la voz del Señor tu Dios: Serás bendito
en la ciudad y serás bendito en el campo. Tus hijos serán benditos y tus cosechas serán
benditas, las crías de tus animales serán benditas y tus terneros y corderos
serán benditos. Tu canasta y tu tazón de
amasar serán benditos. El Señor te
bendecirá en todo tiempo y en toda actividad. El Señor te permitirá derrotar a todos tus
enemigos cuando te ataquen. Ellos irán contra ti en una dirección, pero huirán
de ti en siete direcciones diferentes. El
Señor te bendecirá con graneros llenos y bendecirá todo lo que hagas. Te
bendecirá en la tierra que el Señor tu Dios te da. Si obedeces los mandamientos del Señor tu Dios
y si vives como él quiere que vivas, él te convertirá en su pueblo santo, como
te lo prometió. Entonces todas las
naciones de la tierra verán que tú eres el pueblo del Señor y que él es tu
protector, y te tendrán miedo. El Señor te hará extremadamente próspero y te
dará muchos hijos, tus animales tendrán muchas crías y tú tendrás muchas
cosechas en la tierra que el Señor les prometió a tus antepasados que te daría. El Señor te abrirá sus riquezas y el cielo
para enviarle lluvia a tu tierra en el momento preciso, y bendecirá todo lo que
hagas. Tendrás dinero para prestarles a muchas naciones pero tú no pedirás
prestado. El Señor te hará ir a la
cabeza, no al final; siempre estarás en la cima y no en el fondo. Esto sucederá
si tú escuchas los mandamientos que el Señor tu Dios te manda hoy y los
obedeces cuidadosamente. Serás bendito si sigues sin apartarte de ninguna de
las palabras que te ordeno, ni vas tras otros dioses para servirles.
El Señor le dijo: —Ten por seguro que tus
descendientes serán inmigrantes en un
país al que no pertenecen. Serán esclavos de la gente de ese país y serán
tratados cruelmente por cuatrocientos años.
Josué conquistó todo este territorio montañoso, todo
el Néguev, toda la tierra de Gosén, los
valles occidentales, el valle del Jordán, las montañas de Israel y sus
planicies. Desde el monte Jalac, que se
eleva hacia Seír, hasta Baal Gad en el valle del Líbano bajo el monte Hermón.
Josué capturó a todos los reyes y los mató,
tras combatir contra todos ellos por largo tiempo. Ninguna ciudad hizo tratado de paz con los
israelitas, excepto los heveos que vivían en Gabaón. Los israelitas tuvieron
que conquistar todas esas ciudades en batalla
porque el Señor mismo hizo que los enemigos se pusieran tercos para que
enfrentaran a Israel en guerra. Así pudieron ser exterminados totalmente, pues
los israelitas no tuvieron compasión de ellos sino que los mataron a todos tal
como el Señor le había ordenado a Moisés.
También por la misma época Josué fue y destruyó a los anaquitas de las montañas, de Hebrón, de Debir, de Anab
y de todas las montañas de Judá y de Israel. Josué los destruyó completamente
junto con sus ciudades. Ningún anaquita
quedó en territorio de los israelitas. Algunos quedaron pero solo en Gaza, Gat
y Asdod. Así que Josué tomó toda la
tierra, de acuerdo a todo lo que el Señor le había ordenado a Moisés, y Josué
se la dio a Israel como una herencia, conforme a sus divisiones por tribus.
Luego la tierra descansó de la guerra.
Memorizo tus enseñanzas para no pecar contra ti.
DECLARACION DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.
El Señor Jesús se acuerda de su pacto, cuando derramo
Su preciosa sangre por mí para traerme vida en abundancia, lo que trae gozo a
todo mi ser y Con El tengo y recibo la herencia una tierra que otros han
trabajado para Él. Él ha ordenado que voy a cosechar los frutos del trabajo de
otras personas, como la mía también. Amo Su Palabra, también soy diligentes en obedecerla
y ponerla por obra, el Señor ha dicho
que traerá memoria de Su pacto y
manifestarlo en mi. Voy a seguir sus preceptos, y se unirá a su Palabra.
Si no has recibido a Jesús tú Señor, te invito a hacer la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo
será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el
nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del
Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y
creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos
2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a
morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que
si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas
11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que
Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos.
Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste
y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho
esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.
Nota:
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