lunes, 23 de abril de 2012

Soy bienaventurado en el Señor Jesús mi Dios.


Lucas 6:20-23; Apocalipsis 1:5-6; Nehemías 8:10; Gálatas 4:5-6; Lucas 12:32; 2 Corintios 8:9; Efesios 2:6-14; Salmo 126:5; 2 Timoteo 3:12

Alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.  Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, os aparten de sí,  os insulten y desechen vuestro nombre como malo por causa del Hijo del hombre. Gozaos en aquel día y alegraos,  porque vuestra recompensa es grande en los cielos,  porque así hacían sus padres con los profetas.

Y de Jesucristo,  el testigo fiel, el primogénito de los muertos  y el soberano de los reyes de la tierra.  Al que nos ama,  nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre  y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios,  su Padre,  a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos.  Amén.

Luego les dijo: Id,  comed alimentos grasos,  bebed vino dulce y enviad porciones a los que no tienen nada preparado;  porque este es día consagrado a nuestro Señor.  No os entristezcáis,  porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza.

Para redimir  a los que estaban bajo la Ley,  a fin de que recibiéramos la adopción de hijos.   Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo,  el cual clama: "¡Abba,  Padre!"

No temáis,  manada pequeña,  porque a vuestro Padre le ha placido daros el Reino.

Ya conocéis la gracia  de nuestro Señor Jesucristo,  que por amor a vosotros se hizo pobre siendo rico,  para que vosotros con su pobreza fuerais enriquecidos.

Juntamente con él nos resucitó,  y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,  para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús,  porque por gracia sois salvos por medio de la fe;  y esto no de vosotros,  pues es don de Dios.  No por obras,  para que nadie se gloríe,  pues somos hechura suya,  creados en Cristo Jesús para buenas obras,  las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas. Por tanto,  acordaos de que en otro tiempo vosotros,  los gentiles en cuanto a la carne,  erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne.  En aquel tiempo estabais sin Cristo,  alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa,  sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús,  vosotros que en otro tiempo estabais lejos,  habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Él es nuestra paz,  que de ambos pueblos hizo uno,  derribando la pared intermedia de separación.

Los que sembraron con lágrimas,  con regocijo segarán.

Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución.

DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Soy bendecido, estoy  satisfecho y lleno de alegría y del favor de Dios Todopoderoso a pesar de mi condición externa.  Dios me ha hecho un real sacerdote de Su casa y me ha heredado el reino de los cielos.  Toda pobreza y aflicción debe ser quitada de mi vida conforme voy tomando mis derechos como hijo de Dios y heredero del pacto de la promesa.  Estoy satisfecho, lleno de alegría y del favor de Dios Todopoderoso, porque toda el hambre y sed por Él ha sido llenada en el Señor Jesús, en El estoy completamente satisfecho. Todo dolor  se ha convertido en risa.  Soy un hombre  que está hombro con hombro con el Señor Jesús, Dios del universo y creo que es algo totalmente maravilloso! Me distingue como un compañero de los patriarcas del pasado que no comprometían su fe por nada ni por nadie.  Cualquier persecución a causa de proclamar el Evangelio de Jesucristo, hace una declaración  innegable para los dos mundos naturales y el espiritual,  que soy un hijo de Dios, lo cual garantiza y deposita una enorme recompensa en mi tesoro celestial!  ¡Qué bendición es ser señalado como alguien nacido de nuevo, como hijo del Dios vivo! ¡Aleluya!
 
Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

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