Nehemías 6:9-16; Salmo 126; Lucas 14:28; Josué 1:5-9; Génesis 1:26-27; Juan 1:21; Colosenses 2:15; Santiago 4:7; 2 Corintios 10:3-6
Nuestros enemigos estaban tratando de asustarnos
creyendo que así íbamos a suspender las obras. Pero yo estaba decidido a
continuar, así que oré al Señor y dije: Señor, dame más fuerzas, por favor. Un día fui a la casa de Semaías, hijo de
Delaías y nieto de Mehitabel. Él estaba encerrado en su casa y me habló muy
preocupado: Nehemías, vayamos a la casa de Dios y quedémonos dentro del templo
con las puertas cerradas porque vendrán esta noche a matarte. Pero yo le
contesté: ¿Por qué tiene que huir un hombre como yo? Yo no le debo nada a nadie
para tener que entrar al templo a salvar mi vida. Yo no tengo porque esconderme
de nadie. Me di cuenta de que Semaías no hablaba en nombre de Dios, sino que
decía esa profecía contra mí porque Tobías y Sambalat le habían pagado para que
lo hiciera. Lo contrataron para hacerme pecar escondiéndome en el templo. Con
eso, ellos planeaban tener una razón para desacreditarme. Dios mío, castiga a
Tobías y a Sambalat por lo que han hecho. Reprende también a Noadías, la
profetisa, y al resto de profetas que trataron de atemorizarme. La reconstrucción
de la muralla duró cincuenta y dos días y se terminó el día veinticinco del mes
de elula. Cuando todos nuestros enemigos y las naciones vecinas se enteraron de
que habíamos terminado la muralla, todos ellos perdieron la confianza en sí
mismos y se llenaron de temor. Entendieron que esa obra había sido hecha con la
ayuda de Dios.
Cuando el Señor traiga a los deportados de
vuelta a Sión, parecerá que estamos soñando;
nos llenaremos de felicidad y entonaremos canciones alegres. La gente de
otras naciones dirá: El Señor ha hecho maravillas por ellos. En el pasado, el Señor hizo maravillas por
nosotros y estábamos felices de ello.
Señor, danos de nuevo la libertad; haz que seamos como desiertos que se
llenan de manantiales. Los que con
lágrimas sembraron, con gritos de alegría cosecharán. El que vaya andando y llorando llevando la
bolsa de semillas, volverá gritando de alegría llevando manojos de trigo.
Cuando alguien va a construir una torre, se
sienta primero a hacer un plan, ¿verdad? Tiene que ver si tiene el dinero para
hacer el trabajo.
Yo estaré contigo así como estuve con Moisés.
Nadie podrá derrotarte mientras vivas porque yo nunca te abandonaré ni te
dejaré. Sé fuerte y valiente porque tú
guiarás a este pueblo para que pueda tomar la tierra que yo prometí a sus
antepasados. Pero tienes que ser fuerte y valiente, obedeciendo los
mandamientos que te dio mi siervo Moisés. Si te mantienes fiel a ellos
triunfarás donde quiera que vayas.
Repite siempre las palabras del libro de la ley de Moisés. Estúdialo día
y noche, de manera que puedas actuar de acuerdo a lo escrito en él, para que te
vaya bien y tengas éxito. Te repito: sé
fuerte y valiente. No tengas miedo ni te desanimes porque el Señor tu Dios
estará contigo donde quiera que vayas.
Luego Dios dijo: Ahora hagamos al ser humano a
nuestra imagen y semejanza. Tendrá poder sobre los peces del mar, sobre las
aves del cielo y en toda la tierra. Reinará sobre los animales terrestres, y
sobre todos los animales que se arrastran por el suelo. Así que Dios creó al
ser humano a su imagen y semejanza, creó al varón y a la mujer.
Pero a los que lo aceptaron y creyeron en él,
les dio el derecho de ser hijos de Dios.
Dios venció a todos los poderes y fuerzas
espirituales a través de la cruz, desarmándolos y obligándolos a desfilar
derrotados ante el mundo.
Así que, entréguense a Dios, resistan al
diablo y el diablo huirá de ustedes.
Es cierto que vivimos en este mundo, pero no
luchamos como los seres humanos que viven en él. Las armas con las que luchamos no son de este
mundo, sino que tienen el poder de Dios para destruir las fortalezas del
enemigo. Con nuestras armas, también destruimos los argumentos de los que están
en contra nuestra y acabamos con el orgullo que no le permite a la gente
conocer a Dios. Así podemos capturar todos los pensamientos y hacer que
obedezcan a Cristo. Una vez que estemos
seguros de su completa obediencia, estaremos listos para castigar cualquier
desobediencia.
DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A
LA PALABRA DE DIOS.
Cuando
el enemigo trata de asustarme y comienza a burlarse de mí diciendo que no tengo
las fuerzas ni la habilidad para completar el trabajo que El Señor Jesús me ha encomendado,
Dios fortalece mis manos. No tengo
ningún motivo para salir en retirada contra los ataques del enemigo. ¡He nacido
de nuevo del Dios vivo y no por hombre! He
sido hecho a imagen y semejanza de Dios. Si alguna persona que dice conocer al Señor
Jesús se levanta en mi contra, no huiré, ¡No lo hare! ¡Me mantengo firme en el
Señor Jesús! No hay enemigo que me pueda
intimidar porque El Señor y creador de todo el universo esta morando dentro de mí.
El enemigo sabe que Dios está de mi lado,
él sabe que yo creo en La Palabra de Dios, y por eso perderá totalmente cualquier
ataque en mi contra y huira de mí. Por
esta razón, me mantengo firme sobre La Roca y completare el trabajo que Dios me
ha llamado a hacer.
Si no has
recibido a Jesús tú Señor simplemente
has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre
Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que
Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,
serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el
Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16;
Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en
otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu
Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste
de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo
Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra
te bendice favor de hacérmelo saber.
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