2 Samuel 22:29-41; Efesios 2:6; 6:12; Salmo 5:11-12; 12:6 18:32; 27:1: 44:5; Mateo 5:48; Hebreos 13:21; Isaías 33:16; Proverbios 4:12; Malaquías 4:3; 1 Juan 4:4;
Tú, Señor, eres mi lámpara; tú, Señor, iluminas mis
tinieblas. Con tu apoyo me lanzaré
contra un ejército: contigo, Dios mío, podré asaltar murallas. El camino de Dios es perfecto; la palabra del
Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refugian. ¿Pues quién es Dios, si no el Señor? ¿Quién es
la roca, si no nuestro Dios? Es él quien me arma de valor y endereza mi camino;
da a mis pies la ligereza del venado, y me mantiene firme en las alturas;
adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce.
Tú me cubres con el escudo de tu salvación; tu bondad me ha hecho prosperar. Me
has despejado el camino; por eso mis tobillos no flaquean. Perseguí a mis
enemigos y los destruí; no retrocedí hasta verlos aniquilados. Los aplasté por
completo. Ya no se levantan. ¡Cayeron debajo de mis pies! Tú me armaste de
valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. Hiciste retroceder a mis enemigos, y así
exterminé a los que me odiaban.
Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó
y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales,
Porque nuestra lucha no es contra seres
humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan
este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones
celestiales.
Pero que se alegren todos los que en ti buscan
refugio; ¡que canten siempre jubilosos! Extiende tu protección, y que en ti se
regocijen todos los que aman tu nombre. Porque tú, Señor, bendices a los
justos; cual escudo los rodeas con tu buena voluntad.
Las palabras del Señor son puras, son como la
plata refinada, siete veces purificada en el crisol.
Es él quien me arma de valor y endereza mi
camino;
El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién
temeré? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme?
Por ti derrotamos a nuestros enemigos; en tu
*nombre aplastamos a nuestros agresores.
Por tanto, sean perfectos, así como su Padre
celestial es perfecto.
Que él los capacite en todo lo bueno para
hacer su voluntad. Y que, por medio de Jesucristo, Dios cumpla en nosotros lo
que le agrada. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Ese tal morará en las alturas; tendrá como
refugio una fortaleza de rocas, se le proveerá de pan, y no le faltará el agua.
Cuando camines, no encontrarás obstáculos;
cuando corras, no tropezarás.
El día que yo actúe ustedes pisotearán a los
malvados, y bajo sus pies quedarán hechos polvo dice el Señor Todopoderoso.
Ustedes, queridos hijos, son de Dios y han
vencido a esos falsos profetas, porque el que está en ustedes es más poderoso
que el que está en el mundo.
DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A
LA PALABRA DE DIOS.
Mi
Señor Jesús ilumina mi senda. Él me da instrucción clara para que no me tropiece
y me mantenga firme en el camino de la rectitud. Por medio de Él, tengo la victoria sobre el
enemigo. La Palabra de Dios está siempre
delante de mis ojos, en mis oídos y mi corazón. Su Palabra es verdadera, fiel, y firme. He puesto mi confianza en el Señor Jesus. ¡Él es mi escudo y mi refugio! ¡Él es mi roca y mi castillo! Él me dirige en la senda de mí caminar e
ilumina mi entendimiento dándome a conocer Su plan para mi vida. Él hace mis pies como los de un ciervo –
firmes, capaces y rápidos. Él es mi seguridad y mi fortaleza. Me mantengo firme resistiendo contra los ataques del enemigo. Estoy juntamente con Él en las alturas y me ha establecido con firmeza y audacia, por
lo que no seré sacudido. El adiestra mis manos para la batalla para que mis brazos
puedan tensar el arco de bronce. Él me
ha dado el escudo de Su salvación. Por Su
gracia, Él comprende mi condición y ha ampliado mis pasos debajo de mí por lo
que no caeré. Su grandeza está dentro de
mí y por Su fuerza destruiré al enemigo. ¡Mantengo a raya al enemigo y no se levantará contra mí! Mi Señor Jesús me ha ceñido con Su fuerza para
la batalla. Lo único que veo son las
espaldas de mis enemigos, al huir de mí completamente aterrorizados.
Si no has recibido a Jesús tú Señor simplemente has la siguiente
oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el
nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del
Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y
creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos
2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a
morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que
si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas
11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que
Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos.
Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste
y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho
esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.
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