Jueces 6:12-14; Efesios 6:10-18; Josué 1:5-9; Isaías 41-10; Filipenses 2:12-13; Romanos 11:29; 1 Juan 2:27
Cuando el ángel del Señor se le apareció a Gedeón, le
dijo: ¡El Señor está contigo, guerrero valiente! Pero, señor replicó Gedeón, si
el Señor está con nosotros, ¿cómo es que nos sucede todo esto? ¿Dónde están
todas las maravillas que nos contaban nuestros padres, cuando decían: “¡El
Señor nos sacó de Egipto!”? ¡La verdad es que el Señor nos ha desamparado y nos
ha entregado en manos de Madián!
Por último, fortalézcanse con el gran poder
del Señor. Pónganse toda la armadura de
Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. Porque nuestra
lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades,
contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas
espirituales malignas en las regiones celestiales. Por lo tanto, pónganse toda
la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta
el fin con firmeza. Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad,
protegidos por la coraza de justicia, y calzados con la disposición de
proclamar el evangelio de la paz. Además de todo esto, tomen el escudo de la
fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno. Tomen
el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Oren en el Espíritu en todo momento, con
peticiones y ruegos. Manténganse alerta y perseveren en oración por todos los
santos.
Después de la muerte de Moisés, siervo del Señor,
Dios le dijo a Josué hijo de Nun, asistente de Moisés: Mi siervo Moisés ha muerto. Por eso tú y todo
este pueblo deberán prepararse para cruzar el río Jordán y entrar a la tierra
que les daré a ustedes los israelitas. Tal como le prometí a Moisés, yo les entregaré
a ustedes todo lugar que toquen sus pies. Su territorio se extenderá desde el desierto
hasta el Líbano, y desde el gran río Éufrates, territorio de los hititas, hasta
el mar Mediterráneo, que se encuentra al oeste. Durante todos los días de tu vida, nadie será
capaz de enfrentarse a ti. Así como estuve con Moisés, también estaré contigo;
no te dejaré ni te abandonaré.
Así que no temas, porque yo estoy contigo; no
te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré
con mi diestra victoriosa.
Así que, mis queridos hermanos, como han
obedecido siempre no sólo en mi presencia sino mucho más ahora en mi ausencia lleven
a cabo su salvación con temor y temblor, pues Dios es quien produce en ustedes
tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad.
Porque las dádivas de Dios son irrevocables,
como lo es también su llamamiento.
En cuanto a ustedes, la unción que de él
recibieron permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les enseñe. Esa
unción es auténtica —no es falsa—y les enseña todas las cosas. Permanezcan en
él, tal y como él les enseñó.
DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A
LA PALABRA DE DIOS.
En la Unción del Señor Jesús soy
un guerrero en el ejército de Dios. Soy
intrépido - lleno de coraje y de valor – porque el Señor Jesús está conmigo en
todo lo que hago. No permito que las
circunstancias que me rodean dirijan mi confianza, porque toda mi confianza
esta en el Señor Jesús y Su Palabra. Sigo
adelante sin miedo, en la voluntad y el poder de Dios. EL es mi Padre, el Dios del universo entero,
que me ha enviado a hacer su voluntad en el poder de Su Santo Espíritu. El Padre del Señor Jesucristo es mi Padre, el
Dios del universo entero, que me ha enviado y me ha ordenado en mi vocación. Él me ha ungido (poder) y soy muy capaz de
hacer lo que Él me ha llamado a hacer y mas.
Si no has
recibido a Jesús tú Señor simplemente
has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre
Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que
Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,
serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el
Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16;
Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en
otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu
Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste
de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo
Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra
te bendice favor de hacérmelo saber.
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