2 Crónicas 5:13-14; Salmo 22:3; 136; 1
Corintios 3:13; 6:19; Gálatas 4:6; Romanos 5:5; 8:9, 29
Y cuando los trompeteros y los cantores se
unieron al unísono, haciendo un sonido que se escucha en alabar y dar gracias
al Jehová [Señor], y cuando alzaban la voz con trompetas y címbalos y otros
instrumentos de canto y alabando al Jehová, diciendo: Porque él es bueno,
porque su misericordia y la bondad amorosa es para siempre, entonces la casa
del Señor se llenó de una nube de la Gloria de Jehová,
y los sacerdotes no pudieron permanecer en
pie para ministrar por causa de la nube de la Gloria de Jehová, que había
llenado la casa de Dios.
Pero tú eres santo, tú eres
rey, ¡tú eres la alabanza de Israel!
Den gracias al Señor,
porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre. Den gracias al Dios de
dioses; su gran amor perdura para siempre. Den gracias al Señor omnipotente; su gran amor
perdura para siempre. Al único que hace
grandes maravillas; su gran amor perdura para siempre. Al que con inteligencia hizo los cielos; su
gran amor perdura para siempre. Al que
expandió la tierra sobre las aguas; su gran amor perdura para siempre. Al que hizo las grandes luminarias; su gran
amor perdura para siempre. El sol, para
iluminar el día; su gran amor perdura
para siempre. La luna y las estrellas, para iluminar la
noche; su gran amor perdura para siempre. Al que hirió a los primogénitos de Egipto; su
gran amor perdura para siempre. Al que
sacó de Egipto a Israel; su gran amor perdura para siempre. Con mano poderosa y con brazo extendido; su
gran amor perdura para siempre. Al que
partió en dos el Mar Rojo; su gran amor perdura para siempre. Y por en medio hizo cruzar a Israel; su gran
amor perdura para siempre. Pero hundió
en el Mar Rojo al faraón y a su ejército; su gran amor perdura para siempre. Al que guio a su pueblo por el desierto; su
gran amor perdura para siempre. Al que hirió de muerte a grandes reyes; su
gran amor perdura para siempre. Al que a
reyes poderosos les quitó la vida; su gran amor perdura para siempre. A Sijón, el rey amorreo; su gran amor perdura
para siempre. A Og, el rey de Basán; su
gran amor perdura para siempre. Cuyas
tierras entregó como herencia; su gran amor perdura para siempre. Como herencia para su siervo Israel; su gran
amor perdura para siempre. Al que nunca
nos olvida, aunque estemos humillados; su gran amor perdura para siempre. Al que nos libra de nuestros adversarios; su
gran amor perdura para siempre. Al que
alimenta a todo ser viviente; su gran amor perdura para siempre. ¡Den gracias al Dios de los cielos! ¡Su gran
amor perdura para siempre!
¿No saben que ustedes son
templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?
¿Acaso no saben que su
cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han
recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños.
Ustedes ya son hijos. Dios
ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: "¡Abba!
¡Padre!"
Y esta esperanza no nos
defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu
Santo que nos ha dado.
Sin embargo, ustedes no
viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de
Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de
Cristo.
Porque a los que
Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la
imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.
DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE
DIOS.
Bendigo a mi Señor Jesús mi Dios, porque El
habita en medio de mi alabaza, alabazas de júbilo y de gracias por Sus
misericordia y Su abundante amor. Su abundante misericordia permanece para
siempre con mi vida y con cada uno de
los míos. Él es bueno conmigo no solo
parte del tiempo – Él es bueno conmigo todo el tiempo! Hoy soy el templo y morada de Su Espíritu,
mi interior se ha llenado de Su gloria.
¡Su amor habita dentro de mí! ¡Su
gloria llena esta casa!
Si no has recibido a Jesús tú Señor simplemente has la siguiente
oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti
en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre
del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor,
y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo»
(Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo
venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del
Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra.
Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre
los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como
lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
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