1 Juan 4:9-10; Juan 3:16-17; Efesios 2:1-10;
Gálatas 4:4-6; Romanos 5:6-8
Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en
que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él. En
esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él
nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón
de nuestros pecados.
Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su
Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga
vida eterna. Dios no envió a su Hijo al
mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
En otro tiempo ustedes estaban muertos en sus
transgresiones y pecados, en los cuales
andaban conforme a los poderes de este mundo. Se conducían según el que
gobierna las tinieblas, según el espíritu que ahora ejerce su poder en los que
viven en la desobediencia. En ese tiempo también todos nosotros vivíamos como
ellos, impulsados por nuestros deseos pecaminosos, siguiendo nuestra propia
voluntad y nuestros propósitos. Como los demás, éramos por naturaleza objeto de
la ira de Dios. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por
nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados.
¡Por gracia ustedes han sido salvados! Y
en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él en las
regiones celestiales, para mostrar en
los tiempos venideros la incomparable riqueza de su gracia, que por su bondad
derramó sobre nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia ustedes han sido
salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de
Dios, no por obras, para que nadie se jacte. Porque somos hechura de Dios,
creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano
a fin de que las pongamos en práctica.
Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a
su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que
estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos. Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a
nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: "¡Abba!
¡Padre!"
A la verdad, como éramos incapaces de
salvarnos, en el tiempo señalado Cristo murió por los malvados. Difícilmente
habrá quien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por
una persona buena. Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que
cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.
DECLARACIÓN
DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.
Dios
ha mostrado Su amor por mí y por toda la humanidad al enviar al Señor Jesús al
mundo para que vivamos creyendo en y por Él.
Esto
es Amor en estado puro - no que haya provocado esta relación de amor que ahora
disfruto con el Padre Celestial, sino que Él me amó tanto que envió al Señor Jesús
en pago por mis pecados. Lo hizo para
apartar Su ira de mí y hacerme Su propio hijo.
En efecto, soy perdonado de todos mis pecados y ahora soy hijo de Dios
Todopoderoso!
Si no has recibido a Jesús tú Señor simplemente has la siguiente
oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti
en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre
del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor,
y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo»
(Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo
venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del
Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra.
Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre
los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como
lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho esta oración escríbeme a la siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv
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